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10 cosas para mejorar tu conducción

Estos consejos mejorarán la seguridad al volante.

10 cosas para mejorar tu conducción

Es un hecho que la visibilidad es uno de elementos esenciales para obtener una óptima conducción, ya que al estar al volante el 90 por ciento de la información que llega al cerebro es a través de la vista.

Por tal motivo, el entorno, la posición relativa, la orientación, la velocidad y la dirección exigen al automovilista constantes ajustes de su foco de visión para poder comprender lo que le rodea, y tomar las mejores decisiones para mantener el auto en la posición correcta.

Teniendo en cuenta lo anterior, es importante no perder de vista el camino para anticiparnos de posibles riesgos. A continuación presentamos una serie de consejos enfocados a la seguridad al volante partiendo de la vista:

1. Mirar a lo lejos

Observar al frente y lo más lejos posible ayuda a anticiparnos de cualquier maniobra con un tiempo reacción mayor. En caso de hacer lo contrario hará que cuando veamos un bache, un auto detenido, por ejemplo, ya lo tendremos encima y no habrá tiempo para frenar o cambiar de carril.

2. Realizar barridos visuales

También es necesario realizar barridos de mirada transversales (de lado a lado) y longitudinales (desde cerca hacia más lejos). Dependiendo de la vía en que nos encontremos, nuestro barrido se realizará de una u otra forma. En ciudad rodamos a menos velocidad, por lo que no es necesario mirar tan lejos y los barridos longitudinales se reducen y acortan. En autopistas y autovías sucede casi lo opuesto: debemos llegar lejos con la mirada y realizar frecuentes barridos longitudinales hacia el capó de nuestro auto.

3. Visión periférica

La visión periférica es la habilidad de captar y reconocer la información o movimiento que se desarrolla alrededor del objeto o punto concreto sobre el que hemos fijado la visión. En otras palabras, es lo que somos capaces de ver “por la esquina del ojo”  mientras vamos conduciendo. Nuestro campo de visión normal es de unos 120º y la visión periférica nos permite tener un campo de hasta 180º. Es una habilidad que también puede entrenarse y que suele estas más desarrollada en personas que practican deportes de equipo. Con la visión periférica, aunque no vemos los objetos que aparecen en los extremos de nuestro campo de visión enfocados y definidos; sí podemos percibir que ahí sucede algo que llama nuestra atención. A partir de ese momento se suele tardar 0,5 segundos en girar la cabeza y enfocar esa situación, para poder evaluarla y tomar una decisión.

4. El efecto túnel

¿Por qué se reduce nuestro campo de visión normal con la velocidad? A mayor velocidad, llega al cerebro más cantidad de información por segundo. Para poder procesarla, nuestra mente limita esa información, descartando la que entiende que es menos importante por estar más lejos del foco de atención y más a los extremos de nuestro campo visual.

Si en reposo nuestro campo de visión es de 120º, en movimiento el denominado campo de visión cinético va reduciéndose con la velocidad. Por ejemplo, a 65 km/h se reduce hasta los 70 grados, mientras que a 100 km/h, el campo de visión baja hasta solo 42°. A partir de 130 km/h comienza a parecer el efecto túnel, pues con solo 30º de visión, es como si a nuestros lados solo hubiera paredes negras.

5. Vas hacia donde miras

Una de las primeras cosas que enseñan los monitores de cursos de conducción es el fenómeno de la “fijación del objetivo”. Y es que en momentos de tensión tendemos instintivamente a dirigir nuestro vehículo justo hacia el lugar al que apuntamos la vista. Y en una situación de riesgo, ese lugar suele ser el más peligroso: por ejemplo, el auto que se ha cruzado en nuestro camino y contra el que vamos a chocarnos. Al volante hay que ser conscientes de este fenómeno, y tener la mente fría para dirigir la vista, y nuestro vehículo, hacia los puntos de escape de una situación de peligro.

6.  Evaluar todo lo que nos rodea

Conducir de forma segura implica ir mirando y evaluando constantemente todo lo que nos rodea para detectar posibles amenazas y estar prevenido frente a ellas. También analizar el entorno: el asfalto (topes, baches), si hay cruces, salidas de caminos o de casas, zonas con mucha afluencia de personas.

Muchos lo llaman conducción defensiva, y se trata de actuar previendo los posibles errores de los demás. Por ejemplo, pensar que ese auto que marcha con una trayectoria indecisa por delante de nosotros, efectivamente va a realizar un giro brusco y nos la va a liar unos metros más adelante.

7. Ver los ojos de los demás

En muchas ocasiones no sabemos si otro conductor nos ha visto y va a tener en cuenta nuestra presencia antes de ejecutar una maniobra que podría acabar en una colisión. A veces, podemos asegurarnos de que nos han visto mirando a sus espejos retrovisores y buscando el contacto visual. A nosotros, ese rápido cruce de miradas nos confirmará que nos ha visto; y él también será consciente de que nosotros sabemos que nos ha visto.

8. Los molestos y peligrosos deslumbramientos

En esas situaciones, lo primero es no mirar directamente a la fuente de luz, y dirigir la vista hacia una referencia que nos permita seguir circulando sin salirnos del carril. Lo mejor suele ser bajar la vista hacia la derecha, y buscar la línea de la carretera; usando la visión periférica para controlar el resto de la vía. Cuando el que nos deslumbra viene por detrás, la solución es muy sencilla: voltear el retrovisor central a su posición nocturna, que atenúa las luces.

9. Los ángulos muertos 

Hay objetos y situaciones que, por mucho que queramos verlas, se escapan a nuestro ángulo de visión por diferentes motivos. El más común es el denominado “ángulo muerto” de los espejos, que es la zona que no alcanzan a recoger por el propio diseño del vehículo. Especialmente sensibles a introducirse en estos ángulos muertos son las motocicletas, cuando circulan entre hileras de vehículos. Ante esta situación hay que estar muy atentos y girar más la cabeza al mirar a uno de los espejos al hacer un cambio de carril.

10. Ver a través de otros autos

Mirar a través de los otros vehículos nos permite anticipar acontecimientos, por ejemplo, ver las luces de frenado del auto que va dos vehículos por delante de nosotros, y así poder frenar antes; o ver un obstáculo en la vía cuando el automóvil que nos precede lo esquiva en el último momento.

 

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