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Manejando el Chevrolet Prisma 2017

El Chevrolet Prisma es el hermano sedán del Onix. Comparte prácticamente todos sus atributos en conectividad y plataforma, pero añadiendo una opción de caja automatica y un maletero de 500 litros.

Manejando el Chevrolet Prisma 2017

Chevrolet presentó durante este año una importante armada de modelos destinados a renovar su oferta de pasajeros, pero también a recuperar su primer lugar en ventas. El modelo que sin dudas se llevó todo el grueso del marketing fue el Onix, superventas estrella en la región y que por fin hace su ingreso oficial al país. Para hacer más atractiva la oferta, a las semanas también hizo su ingreso el Prisma, que no es más que una versión sedán del Onix. Ambos comparten prácticamente todo y se diferencia solo por el tercer volumen, además de algunos cambios en la configuración de equipamiento y la opción de caja automática.

El Prisma, al igual que el Onix, se construyen sobre la plataforma del Sonic, modelo que lamentablemente no tuvo tan buena recepción en nuestro mercado como se esperaba. Así como el Onix sucede al Sonic Hatchback, el Prisma viene a hacer un poco lo mismo con el Sonic Sedán, modelo que aún se comercializa en nuestro país por ahora. Con esto, Prisma se coloca por delante del Sail Classic y el Sail II, pero por debajo del Cobalt.

El Prisma que te presentamos, corresponde a la versión tope de línea LTZ, la que se comercializa por $9.990.000

Características técnicas y mecánicas

Como buen sedán del segmento y siguiendo las líneas del Onix, la idea es ofrecer un tamaño comedido, pero con amplia habitabilidad. Por lo mismo, al compartir la misma plataforma, también las dimensiones, con un ancho compartido de 1.964 mm (con espejos) y una batalla de 2.528 mm. De altura es marginalmente mayor que su hermano (1.478 mm vs 1.476 mm) y en largo se extiende sobre los 4.2 metros versus los 3.9 del Onix. Esto le beneficia en un maletero de 500 litros, solo superado por el Symbol (510 litros). Sobre sus competidores, el ya mencionado Renault Symbol y el Kia Rio4 son de cotas similares, pero aun así más amplios.

El diseño del Prisma es descrito como deportivo por la gente de Chevrolet, algo que lamentablemente no se cumple. Si, es moderno y de alguna manera minimalista, con varios cortes geométricos que le otorgan solidez. Es atractivo, pero no como para emocionarse. Con el Onix comparte casi todo, desde el frontal hasta las puertas traseras, donde todo es prácticamente intercambiable. Desde ahí hacia atrás encontramos el portalón trasero, siempre perpetuando la cintura ascendente que es la que le da un acento dinámico al modelo. Se agradece que ambos modelos hayan sido desarrollados en conjunto, por lo que el ejercicio de montar un maletero no se ve forzado como en otros modelos.

Una observación de diseño, tiene que ver con el aire familiar que se respira entre modelos. Al mirar al Sail Classic, Sail II, Onix, Prisma y Cobalt, todos guardan cierta similitud, y si bien en algunas marcas se agradece, porque se busca que los modelos más pequeños imiten a los hermanos mayores, lamentablemente la percepción final, es una nivelación “hacia abajo” y los comentarios principales fueron “Oh, un Sail III”, frase que escuchamos recurrentemente y que no se dice en el mejor de los sentidos.

Sobre el motor, se comparte con el Onix el SPE4 de 1.4 litros con 97 Hp y 126 Nm de torque a las 2.800 rpm, conocido propulsor en la plataforma, pero mejorado para esta generación con una renovada tapa de válvulas, ajustes a la inyección electrónica y piezas que lo hacen más ligero, específicamente 2 kilos. De consumo, el Prisma Automático homologa 10,7 km/l en ciudad, 17,7 km/l en carretera y 14,3 en régimen combinado, cifras bastante parecidas a las que se consiguen con la caja manual de cinco velocidades, aunque la automática, teniendo una marcha extra de ventaja, sigue siendo más gastadora. Nosotros en el combinado logramos cerca de 13,7 km/l lo que es bastante alentador considerando el poco kilometraje del auto; con rodaje de seguro las cifras pueden equipararse un poco más.

Confort y habitabilidad

El interior es similar al del Onix, con una consola de diseño simétrico y de aspecto minimalista en sus controles. Presenta un correcto armado, con formas atractivas e interesantes, pero donde se siente deficiente es en su materialidad, clásica de los productos provenientes de Mercosur, con plásticos duros y no del mejor aspecto. En cuanto a habitabilidad, no falta espacio. Lo que si falta es sujeción en los asientos, con cojines y respaldos que se sienten pequeños y con pobre soporte, si bien la tapicería con diseño e insertos en eco cuero le da un estilo particular.

Todo se encuentra a la mano con comandos conocidos para quienes son afines al ecosistema Chevrolet, incluyendo los diales para el climatizador, iluminación y hasta los relojes del clúster combinado, estilo moto y que claramente son una herencia del Spark y Sonic, con un tacómetro análogo y un display LCD con el velocímetro y otros indicadores, los que encontramos bastante resumidos (especialmente el medidor de gasolina y temperatura).

El sistema multimedia MyLink es una de las cartas fuertes en el Prisma. Ya lo conocíamos de otros modelos (como los de Opel) y la verdad brilla por su versatilidad y nivel de conectividad, incluyendo bluetooth, pantalla táctil de 7” y compatibilidad con Android Auto y Apple CarPlay.

Entre su equipamiento de serie encontramos doble Airbag, frenos ABS con EBD, aire acondicionado y cierre centralizado. En el modelo LTZ se añade alzavidrios one-touch en todas las puertas, control crucero, espejos eléctricos, llantas e iluminación LED entre lo más destacado.

Impresión de manejo

El Prisma se parece bastante al Onix en su estilo de manejo. El motor es colaborador, siempre que lo lleves sobre las 2000 vueltas. Puede conducirse más bajo, pero no esperes una respuesta muy vivaz. En ciudad el Prisma es suave y compila bien las irregularidades del camino, salvo que seas muy agresivo en los lomos de toro, donde eventualmente podrías sentir alguna que otra aspereza.

La dirección tiene mejor tacto a baja velocidad que a velocidades de carretera, donde la ligereza y el feedback sintético nos quitan seguridad. Esa suavidad en tanto se agradece en la ciudad, donde es fácil maniobrar en todos lados.

Sobre la caja automática de 6 velocidades, descubrimos que no es una caja significativamente más larga que la manual de cinco, aunque tenga más cambios. Si hay una diferencia que permite que vaya más desatorado en ritmo más elevado. Otro tema, que explica por qué no es más económico que la manual, es porque el computador pasa los cambios un poco más alto y un poco más tarde de lo que debería. Entonces para modular la caja o mejorar el consumo, puedes usar el modo manual, con dos incomodos y extraños botones en el pomo de la palanca, en lugar de paddle shifters o un accionador en la misma caja. Tampoco esperes mucha agilidad a la hora de pasar los cambios.

Conclusión

El Prisma se perfila como un modelo bastante practico y competente, que además llega con los chiches que echamos de menos en el Onix, como la caja automática o el control crucero. Es un modelo equilibrado y no tendrás problemas con él, siendo un auto que, a la larga, se hace disfrutable.

Sin embargo, su desarrollo general nos deja un sabor clásico, como de un auto que ya lleva tiempo en el mercado, algo que es bastante cierto fuera de nuestras fronteras. En ese sentido, modelos como el Kia Rio4 se sienten mucho más vigentes en cuanto a diseño, estructura y calidad. El Prisma será valorado por su mantención más económica y por su nivel de conectividad, ventajas que son importantes a la hora de elegir por un sedan compacto.  

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