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Probando el Renault Alaskan 2018

La nueva pick-up de la marca francesa nos recuerda permanentemente que utiliza como base la NP300 de Nissan, y a la larga, eso no es nada de malo.

Probando el Renault Alaskan 2018

El boom de las pick-ups de una tonelada sigue a ritmo de marcha forzada, y Renault ha sido la última de las marcas en presentar su propia versión de una camioneta de trabajo, la Alaskan. La última a la fecha, ya que debemos esperar tres o cuatro nuevos modelos en los próximos años (Mercedes-Benz, Peugeot, Citroën, Jeep, BMW), pero esa es otra historia.

Para la marca del rombo, el trabajo de lanzar la Alaskan no fue tan difícil como para otras marcas ya que, al estar emparentado directamente con Nissan, uno de los mayores fabricantes de camionetas del mundo, básicamente debió tomar la excelente base mecánica de la NP300 y construir sobre ella su propia identidad. Esto mismo es lo que acaba de hacer Mercedes-Benz con la mnueva Clase X.

Digamos que en este caso hubo poco donde construir, ya que los costos de producción en la planta mexicana de Aguascalientes no debían dispararse con nuevas matricerías. Por lo mismo, los cambios estéticos exteriores son mínimos, los materiales interiores se palpan distintos, y hay más equipamiento y tecnología, pero poco más que eso.

De costado, la silueta de la Alaskan es prácticamente idéntica a la NP300, salvo por las llantas diamantadas de 18” y las barras superiores. En la zaga, en tanto, son iguales salvo por el diseño interior de los focos y las nervaduras en el portalón.

Sólo en el frontal Renault pudo hacer algo de trabajo propio al instalar la parrilla tridimensional con el diseño de la T achatada, dominada por un gran rombo central. Parachoques más angulosos y grupos ópticos con luces LED en forma de C también son distintos, mientras que los hombros están más altos y el capó luce más nervado que en la pick-up de Nissan.

A simple vista, considerando las pocas diferencias que hay, la Renault Alaskan luce más refinada que la NP300, la que mantiene su estampa espartana y enfocada en el trabajo.

La identidad mecánica

Vamos a las medidas: 5.318 mm de largo, 1.850 mm de ancho, 1.860 mm de alto y 3.150 mm entre los ejes, con un despeje al piso de 255 mm en la Alaskan. Si se compara con la NP300 es apenas 60 mm más larga, efecto del frontal más angulado, que también afecta al ángulo de entrada, que es de 30º, tres menos que en la camioneta nipona. Y ya. Todo el resto es idéntico, incluyendo los 2.600 kilos de peso.

Y es que ambas están construidas sobre el excelente chasis en doble C con forma de escalera, que incluye como elemento distintivo una suspensión delantera de doble horquilla y la trasera multilink de cinco enlaces con eje rígido, una arquitectura que ha sido destacada por la mezcla perfecta entre aplomo y capacidad de amortiguación sin rebotes.

Bajo el capó hay un tren motriz del que Renault se puede sentir orgulloso, ya que fue la marca francesa quien lo cedió a Nissan para la NP300. Se trata del bloque turbodiésel de cuatro cilindros y 2,3 litros nacido para equipar los furgones Kangoo, y que en este caso eroga 158 caballos de fuerza y 403 Nm de par entre 1.500 y 2.500 rpm.

Las dos versiones de la Alaskan a la venta en Chile tienen tracción 4WD, cuentan con diferencial central electrónico y trasero autoblocante, y se diferencian por la transmisión, que puede ser mecánica de seis velocidades o automática de siete marchas.

La Renault Alaskan se vende en Chile en versiones 2.3 dCi 4×4 MT Intens ($18.990.000) y 2.3 dCi 4×4 AT Intens ($19.990.000).

Espartano pero cómodo

Los habitáculos de las pick-ups han evolucionado de manera importante en los últimos años. Fue la Volkswagen Amarok la que subió la vara con un interior que buscaba asimilarse a un SUV, y luego vino el resto.

Si bien la Nissan NP300 es sumamente espartana, la configuración que le dio Renault a la Alaskan tiene un mejor look y un mejor tacto, pese a que el diseño es prácticamente idéntico.

Salvo por el logo central ambos volantes multifunción son idénticos, como también lo son los marcadores. Lo mismo pasa con el sistema de infoentretenimiento y el diseño del tablero. Lo que cambian, como dijimos, son los materiales, algo más refinados en la variante “francesa” que en la “nipona”. El equipamiento más abundante en la Alaskan también le elevan la sensación de que se está en un producto más premium.

A saber, las variantes de la Alaskan ofrecen sistema keyless con botón de encendido, climatizador bizona, radio con pantalla de 5” y seis parlantes, puerto USB, bluetooth, control crucero, luces automáticas, sensores con cámara de retroceso, vidrios y espejos eléctricos y tapiz de cuero, entre lo principal.

En seguridad añade doble airbag frontal, frenos ABS con EBD, control de estabilidad, anclajes isofix, asistente de partida en pendiente y control de descenso.

Buen manejo

La nueva Renault Alaskan la probamos esencialmente en ciudad y alrededores, aunque nuestro colega Jorge Beher asistió al lanzamiento realizado en el sur de Chile, donde pudo probar las cualidades 4x4.

“Buen confort de marcha sobre malos caminos, y potencia de sobra para enfrentarse a las peores condiciones. Hasta nieve nos tocó, y la Alaskan se portó a la altura gracias a un sistema que tracciona de manera increíble, demostrando que la base de la NP300 sigue siendo de lo mejor que se ofrece en camionetas de una tonelada”, escribió Beher en aquella ocasión.

Lo que nosotros pudimos comprobar es que la Alaskan tiene un tacto conductivo diferente a su hermana de fabricación, aunque sin saber si modificó la suspensión para mejorar su confort o no. Diría que es algo más agradable de conducir, especialmente muy cómoda para usarla sin carga en el día a día, ya que su arquitectura en el eje trasero reduce ostensiblemente los rebotes y aporta una mayor sensación de aplomo.

Obviamente que su gran tamaño repercute en un radio de giro gigantesco, a que cueste desplazarse por lugares estrechos, y a necesidades de espacio para estacionar superiores al que requieren muchos SUV de gran tamaño. Pero la oferta espacio interior más capacidad de carga compensan ampliamente las molestias.

Asimismo, no es “abrutada” en las primeras aceleraciones. Si bien tiene un muy buen torque en bajas vueltas y es capaz de empujar decididamente cuando uno se lo propone, es posible llevarla suavemente desde cero sin que moleste con los tirones propios de este tipo de vehículos.

La versión testeada en la mecánica y es menos refinada que la automática, precisamente, porque el embrague corto tiende a pedir más aceleración, sin embargo, uno puede llevarla a bajo régimen y en marcha medio/alta consiguiendo estupendos índices de consumo, en torno a los 10 km/litro.

Diríamos que la Alaskan es menos confortable que una Amarok, pero se siente igual de refinada en su interior, y es mejor y más robusta para el trabajo duro. 

Un punto débil es su dirección, para nuestro gusto demasiado asistida, lo que le hace perder algo de esa conducción que la diferencia de otras pick-ups.

Conclusión

La Renault Alaskan es una pick-up probadamente buena, con capacidades que la distinguen de muchas de sus competidoras, un motor excepcional (aunque no el más potente) y un diseño mejorado respecto de su hermana, la Nissan NP300.

Es confortable, agradable de usar a diario en la ciudad y con muy buenas capacidades en zonas de baja adherencia o de malas superficies.

Tiene un buen equipamiento y se ve más que correcta en su interior, siendo una buena alternativa a algunos SUV.

Sin embargo, el logo Renault es el que estorba aquí, porque la marca no tiene tradición de camionetas y cualquier persona que ande detrás de un buen producto, se puede comprar una Nissan a un precio algo menor. El trabajo de marketing que le espera a la marca no es poca cosa.

 

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