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Probando el Fiat Qubo 2018

El Qubo de Fiat es un auto de una raza extraña. Es un furgón, que mide y cuesta lo mismo que un hatchback, pero que se ha transformado en un vehículo multiproposito para 5 pasajeros. Su entretenido manejo en ciudad y su polivalente diseño italiano son empañados por el débil empuje de su motor 1.4.

Probando el Fiat Qubo 2018

El Fiat Qubo es de esos autos que son un poco incomprendidos. Pertenece a una raza bastante particular, la de los vehículos utilitarios, que se transformaron en familiares multipropósito. Así como el Citroën Berlingo, el Peugeot Partner Tepee y actualmente el Volkswagen Caddy.

La fórmula es sencilla, transformar los paneles de carga, en ventanas, montar una segunda corrida de asientos y lo que sobre, tercera corrida o maletero.

Y como están formulados en parte, a un vehículo comercial, los costos se reducen y la versatilidad aumenta, al punto que puedes llevarte un auto familiar y practico, al precio de un Hatchback-B.

La historia del Fiat Qubo está ligada a la tercera generación del furgón Fiorino, de sobra conocido por todos los chilenos, especialmente en su segunda generación, basada en el Fiat Uno.

La tercera generación de Fiorino (Fiorino City en este caso), es un producto conjunto con el Grupo PSA, construido en la planta SEVEL, de donde salen sus primos, el Citroën Nemo y el Peugeot Bipper, orientados todos a labores de reparto urbanas. El chasis escogido para esta plataforma, es el del Fiat Grande Punto, lo que le es beneficioso al Qubo en su manejo, apartándose del nivel de conducción que podría tener un furgón comercial más grande, como el caso de la Dobló.

Con casi 10 años en el cuerpo, desde su debut global y luciendo un facelift reciente, le pusimos nuestras manos, para conocer un poco de este curioso furgón multipropósito, en su única versión, 1.4 Dynamic, a un precio de $8.990.000.

No por ser furgón, se pierde el estilo

Comenzamos con sus dimensiones, considerando un habitáculo practico, con dos puertas correderas y espacio para 5 ocupantes. Cuenta con un largo de 3970 mm, un ancho de 1716 mm y un alto de 1742 mm, además de una distancia entre ejes de 2513 mm. Puede cargar hasta 2500 litros con todos los asientos desmontados (salvo el del conductor, se pueden formar hasta 16 configuraciones distintas), una capacidad exorbitante para un modelo que mide menos de 4 metros. Considerando el maletero tradicional, solo puede cargar 330 litros, lo que se encuentra dentro de las dimensiones que puede cargar un hatchback normal, como un Škoda Fabia o un Peugeot 208.

No hay comparación practica a ningún otro modelo, salvo el Volkswagen Caddy, modelo del que comentaremos más adelante y que pelea por precio con el Qubo, pero con un tamaño más cercano al de una Dobló.

Su diseño fue recientemente revisado y como buen Fiat, es alegre y jugado. Sus barras en el techo, sus ventanas triangulares, sus llantas bicolor de 16” y la “sonrisa” que se forma en su frontal, hablan de un modelo lúdico, urbano y que irradia cierta simpatía, si bien a no todo el mundo le va a gustar, ofrece una propuesta con carácter y que se aleja completamente del Fiorino City.

Hacia el interior nos encontramos con una mezcla de elementos que son propios del segmento comercial, pero salpicado de detalles que le suben el nivel y que se agradecen. Por ejemplo, está la herencia de las puertas con paneles metálicos a la vista y plásticos muy duros, aunque con distintos tipos de grano para darle un aspecto de calidad. Por otro lado, la tapicería, los insertos en color negro brillante, los comandos al volante (de nuevo diseño, más cuidado) y el sistema de audio con pantalla táctil a color de 5” con bluetooth le suben el nivel, diferenciándolo de un vehículo de trabajo.

El clúster tambien tiene de dulce y agraz, con relojes legibles y grandes, pero acompañado de un computador a bordo cuya pantalla se vería más a gusto en una calculadora.

Otros elementos de equipamiento los encontramos en sus espejos eléctricos, ventanas one-touch y su equipamiento de seguridad, con 4 Airbags, frenos ABS con EBD y programa de frenado de emergencia, así como anclajes ISOFIX, monitor de la presión de los neumáticos y control de estabilidad ASR.

Al volante, los asientos se ven bonitos, con un tapiz mixto color negro con color arena y si bien no son incomodos, podrían ser mejores, pero se mantiene esa sensación de postura de un vehículo comercial. Lo mismo pasa para el volante, pero eso en parte tambien le juega a favor en lo fácil que es de conducirlo, con una postura algo elevada (el volante solo se regula en altura) pero que te permite una visual perfecta, gracias en parte a sus amplias ventanas y sus generosos espejos.

Los asientos traseros se condicen bastante con los delanteros, en el sentido de que ofrecen una gran habitabilidad para 3 personas, pero que tampoco son los más cómodos, sin ser insufribles.

El sistema de audio, tiene algunas deficiencias. Por ejemplo, el sistema Bluetooth solo sirve para sincronizar teléfonos y no para escuchar música. Cuenta con un puerto para tarjetas Micro SD y un puerto USB tradicional y un mini-jack auxiliar. Es extraño tambien que no tenga soporte para iPod, ni siquiera desde el USB, por lo que, si quieres escuchar música, lo más conveniente es un pendrive. Tiene dos parlantes (dos bajo las puertas, dos tweeter) pero de baja calidad.

Muy amigo de la ciudad, no tanto de la carretera

La parte más débil del Qubo, es francamente, el pobre empuje de su motor 1.4 con 75 Hp y 118 Nm de torque, asociado a una caja manual de 5 velocidades. En ciudad, no tenemos nada que decir, pero eso está bien para el Fiorino City, no para un vehículo al que le ponemos más asientos para que se transforme en un compañero de rutas.

A 120 km/h, en quinta, el motor se lleva casi en las 4000 RPM lo que es bastante forzado para una velocidad prudente, con un consumo observado de 15 km/l en ciclo extra urbano, muy cercano a los 15,9 km/l que homologa en el 3CV y lejos del rendimiento que ofrece el propulsor diésel del Volkswagen Caddy o de una Peugeot Partner Tepee, ambas más grandes. Afortunadamente la insonorización está lo suficientemente bien lograda como para que no afecte tanto al confort.

Por otro lado, es su comportamiento dinámico el que sorprende, al margen del performance de su motor, siendo un auto muy entretenido de manejar, de buena y precisa maniobrabilidad (considerando que tiene dirección hidráulica), muy amable en sus movimientos, si bien con una suspensión que al menos en el tren trasero está cargada a la sequedad y que podemos obviar un poco considerando que el Qubo sigue siendo un Fiorino. Salvo su consumo de 10 km/l en ciudad, es justo en dicho ambiente donde se desenvuelve notablemente, donde su posición de manejo, su maniobrabilidad y su performance brilla, sacándonos muchas veces una sonrisa, algo bastante extraño de lograr en un furgón.

Conclusiones

El Fiat Qubo parece que cumple con varios puntos positivos dentro de su propuesta atípica. Su configuración de furgón lo hace un auto practico tanto para la familia como para trabajo y además cuenta con una buena cuota de estilo, cortesía de Fiat, que lo desmarca un poco de sus familiares más utilitarios.

Además, cuenta con buena visibilidad, un equipamiento competente y ya mencionamos que tiene un manejo alegre y ágil en ciudad.

El único gran problema que tiene el Qubo, aparte del pobre performance de su motor, lo mencionamos unos párrafos más arriba y lo dejamos pendiente para este ítem; se llama Volkswagen Caddy.

Lamentablemente la Caddy, con su poderoso y económico motor diésel, su mayor tamaño y confort, jugando las mismas cartas que el Qubo, pero mejoradas y por un precio que va entre los 8.9 y los 9.9 millones de pesos (según versión) no le deja espacio al furgón de Fiat, haciendo de peldaño antes de ir por un Peugeot Partner Tepee -más costoso- o tambien, por un Kia Soul, claramente más urbano, pero de dimensiones similares.

Salvo que quieras darle un uso de ciudad, que no te guste Volkswagen, que te complique la mantención de un motor diésel, o que busques un auto alejado de lo sobrio, podrás encontrar en el Qubo a tu compañero perfecto de actividades, tanto familiares como laborales.

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