Hace 75 años, digamos 1941, nació el Jeep Willys, que en ese tiempo tampoco era un Jeep como tal y su origen estaba relacionado con Ford. Su versatilidad y agilidad lo hicieron un regalón de los militares en Estados Unidos durante la segunda guerra mundial, hasta que el modelo derivó en un formato más civil.
Desde ahí en adelante el CJ evolucionó en el Wrangler, modelo que lleva la herencia completa del Willys original, tanto en diseño como en aptitudes mecánicas. Claro, ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos, pero en espíritu sigue siendo el auténtico todoterreno, más aún con la muerte del Land Rover Defender y con el actual posicionamiento del Mercedes Clase G.
Para celebrar este importante hito, Jeep ha lanzado versiones especiales de todos sus actuales modelos. En el caso del Wrangler, se toma como base la plataforma Unlimited Sahara de 5 puertas y con equipamiento especial conmemorativo, a un precio de $28.990.000.
Características técnicas y mecánicas
Los cambios en el Wrangler de los 75 Años son en su mayoría estéticos, pero se le ven bastante bien. Tienen que ver con insignias conmemorativas, un capot con ventilaciones (Power Dome), llantas específicas de 17’’ e insertos (marcos de los focos, ganchos) en color bronce para el exterior y la adición de un nuevo color, Sarge Green, como tributo a las glorias pasadas del Willys. También se añaden las defensas laterales para rocas del Rubicon y un juego de neumáticos Goodyear Wrangler con tecnología SilentArmor, que comprende una capa adicional de Kevlar en el compuesto del neumático, polímero que como bien sabemos es altamente resistente y además absorbe parte del ruido en la carretera.
Sus dimensiones son bastante cercanas a lo que puede ser un SUV promedio, con 4,7 metros de largo y una batalla de 2.9 metros. Si bien su distancia general es un poco más corta, lo compensa con una distancia entre vías más amplia, beneficio logrado por sus ejes posicionados en los extremos del chasis, lo que además le entrega los mejores ángulos de ataque (42°) y de salida (33°) para un vehículo de este perfil y un margen de vadeo de 76 cm, imbatibles a la hora de enfrentarse a la naturaleza. Su capacidad de carga es de sobre 360 litros, suficientes y ampliables al plegar los asientos traseros.
El Wrangler es impulsado por un motor V6 3.6 Pentastar VVT 24v, el que entrega 284 Hp a las 6350 RPM y 347 Nm de par en las 4300 RPM, asociado a una caja automática de 5 velocidades y un sistema de tracción 4WD Command Trac de bloqueo mecánico, eje frontal Dana 30 y trasero Dana 44 extraído del Rubicon, para una entrega de tracción más robusta.
Habitabilidad y confort
Para los que nunca se han subido a un Wrangler, se encontraran con una experiencia de manejo bastante particular, básicamente por la deformación que tenemos al manejar autos modernos, con una ergonomía, diseño y materiales pensados en el confort y en la sencillez de uso. El Wrangler tira todo por la ventana y se ciñe a su tradicional pasado. Ángulos rectos, posición alta de manejo, gran volante, la consola corta y encima, se alejan por completo del confort. Plásticos duros, botones grandes y comandos dispuestos en posiciones inusuales no serán del agrado de muchos, aunque volvemos a repetir, es un Wrangler, de herencia militar y pensado para el off road.
Por ejemplo, las puertas están amarradas con unos tirantes, para que no se abran en 180°. Estas puertas se pueden sacar. Los botones de los vidrios eléctricos están al centro de la consola, en una parte donde el agua no las alcance, al igual que los parlantes, puestos en la parte superior de la consola o arriba, en la jaula. El techo, está pensado para ser removido. ¿Pantallas de información? Una muy pequeña bajo el tacómetro y que parece sacada de una calculadora (con el consumo mixto, distancia de vaciado, reglajes menores y la brújula). ¿Visibilidad? Complicada. ¿Plásticos? Los más duros.
El Wrangler para todo tipo de efectos es terriblemente obsoleto. Sin embargo, eso es lo que sus clientes buscan, un auto que no le tema al clima, que los plásticos duren, que pueda entrarle agua y no pase nada y si hay que sacrificar confort, bueno… para eso te quedas en la casa.
Los asientos ahora exhiben tapicería de cuero con los emblemas de los 75 años, al igual que otros insertos de tela tipo malla, costuras en tonos naranja/perla y otros insertos menores en color bronce. Los asientos delanteros son relativamente mullidos, pero no tienen mucha sujeción lateral. Se ofrece calefacción para ambas butacas delanteras, algo que se agradece con el frio. Los traseros, por su naturaleza off road, que son fáciles de plegar o sacar, son casi del tipo auxiliar y si bien ofrecen una excelente habitabilidad para cualquier tipo de adulto, son francamente incomodos después de un tiempo.
Otro beneficio tecnológico hacia el confort es su sistema de audio con pantalla táctil de 6,5 pulgadas, programa Uconnect para Bluetooth y manos libres, puertos USB y un poderoso sistema de audio Alpine con 9 parlantes y un Subwoofer a prueba de agua en el maletero, el cual no ocupa espacio útil. Eso sí, el sistema multimedia cuenta con una interfaz muy poco intuitiva y de feo diseño.
Impresión de manejo
Aquí sucede lo mismo que en el interior. O sea, sabemos a lo que vamos. Suspensión de tacto flotante, dirección asistida que ofrece nula conexión con las ruedas delanteras, poca estabilidad en curvas, frenado con cabeceo. Es un todo terreno a la antigua y estos son los defectos clásicos de uno como tal. ¿Se puede vivir con ellos? Claro que sí, no son insufribles, pero no esperes el refinamiento de un crossover.
Sobre el tren motriz, diremos lo mismo. Está pensado para conciliar el hecho de que es un todo terreno, pero que tiene que vivir en la ciudad. Por lo mismo gracias a los avances en la caja automática y en el alzado de válvulas del Pentastar, ahora ya no gasta tanto en carretera. Aunque en ciudad, la cosa cambia notablemente, con consumos de 6 a 8 kilómetros por litro de manera constante, una brutalidad para estos tiempos. Acelera poco en uso diario, pero si lo pisas, responde con toda la fuerza de su V6, si bien se tarda un poco en reaccionar. Las reservas de torque y potencia se aprovechan más en el off road. El modo manual de la caja automática es extraño, porque la palanca sube o baja los cambios al mover la palanca de izquierda a derecha, muy poco natural. Está de más decir que el modo manual es solo para bloquear algún cambio en alguna situación de manejo, ya que es porfiada en su uso urbano.
Al volante, la sensación de manejo te empodera, al ser un vehículo alto. Es bien fácil de manejar y agradable en ciudad. Juega mucho tambien el factor psicológico, el hecho de saber que andas en un modelo icónico, altamente reconocible y por el que siempre te van a mirar, se siente muy bien.
Sobre el sistema de tracción, este al ser mecánico, no se recomienda usar en modo 4x4 para la ciudad como en otros autos con acople viscoso. Siempre será mejor el modo de tracción trasera, hasta que nos enfrentemos a la nieve o al barro. Ahí se bloquea el diferencial central y con modo 4H, el Wrangler se abrirá paso sin ningún problema de agarre. Y cuando las circunstancias lo demanden, el modo 4L bloquea todos los diferenciales para que puedas trepar algún que otro terraplén o piedras, con fuerza constante. Sencillamente humilla a muchos modelos más modernos con el potencial que ofrece.
Costando lo mismo que el modelo Sahara estandar, es mucho más conveniente hacerse con la edición Aniversario.
Conclusión
El Jeep Wrangler es un auto icono en la historia automotriz, uno muy especial por conservar prácticamente intactas las sensaciones y la usabilidad del original CJ o del Willys. Pensado para la aventura, puedes sacar su techo o sus puertas, llevarlo a la playa, al campo, a la nieve y nunca te dejará botado. Para los amantes del aire libre, todos sus aparentes defectos son privilegios y lujos en tiempos como estos, donde los todoterreno de verdad están extinguiéndose, al mejorar los caminos, los accesos y donde el consumo es una principal razón de compra.
Sin embargo, esto viene con un costo: la única selva donde el Wrangler no es rey, es en la de concreto, siendo un auto gastador y poco ergonómico, además de caro, para las especificas amenidades que ofrece en cuanto a confort y frente a sus -si se les puede considerar así- rivales. Pero es un territorio que, al Jeep original, no le interesa conquistar. Su durabilidad, sus aptitudes únicas y ese estilo clásico, tienen sus razones de ser y finalmente le dan personalidad, algo que esperamos nunca pierda, estando ad-portas de una nueva versión para el 2018. Es un auto fascinante y que hay que respetar, después de todo, si la fórmula original cumple 75 años, debe ser por algo.