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Probando el Mercedes Benz Clase A 2019

La nueva generación del compacto alemán se conduce mucho mejor, es más confortable y mantiene su aplomo en curva, pero lo más destacado es su tecnológico interior.

Probando el Mercedes Benz Clase A 2019

Mercedes-Benz ha cautivado a todos con la cuarta generación de la Clase A, el primero de una nueva hornada de vehículos compactos que estrenan plataforma y nueva tecnología.

Si bien a simple vista no se aprecian cambios radicales respecto de la impactante tercera generación, tiene sentido considerando que esa Clase A seguía viéndose muy moderna y actual, y además se seguía vendiendo muy bien, por lo que, dice la lógica de la industria automotora, “para qué cambiar lo que funciona”.

Mercedes-Benz apostó erradamente en 1997 cuando decidió entrar al segmento de entrada al mundo premium con un monovolumen compacto, que mantuvo de manera inentendible por dos generaciones hasta 2012, cuando lanzó una nueva carrocería hatchback de cinco puertas, bastante más grande y con una silueta muy agresiva.

Ese auto metió a la marca en un segmento dominado por BMW y su Serie 1, y en menos medida por Audi y el A3. Fue, además, el primer modelo que apuntaba a un nuevo tipo de clientes, más jóvenes y atrevidos, menos empaquetados y tradicionales, consiguiendo un gran éxito comercial.

Ha pasado el tiempo y era la hora de la cuarta generación, pero, de nuevo, ¿qué cambiar cuando todo funciona? Pues, precisamente, aquello que no funciona tan bien. Y detectamos con falencias de la vieja Clase A el confort de marcha, el espacio interior, el refinamiento del habitáculo y el sistema de infoentretenimiento.

Diría que ahí apunta las marca con este nuevo Mercedes-Benz Clase A, que se vende en Chile en versiones A200 (mecánico y automático) y A250 (nuestra unidad de pruebas), con precios desde $19.990.000 hasta $26.290.000, pero claro, estamos a la espera de los AMG A35 y A45, así como el diésel A200. Al menos eso dijo la marca.

Mejor construido

Vale decir que la nueva Clase A está construido sobre una nueva plataforma de tracción delantera, donde se ha puesto mucho énfasis en mejorar la rigidez y la aislación acústica, todo ello con el confort de marcha como gran norte.

Se han reforzado los puntos de anclaje del tren motriz a la carrocería, se añadieron nuevos soportes y se trabajó en mejorar sustancialmente la aislación del habitáculo. Y el resultado es impresionante. Si antes se escucha mucho de todo al interior de la Clase A, aunque nos parece que fuéramos en una clase distinta de Mercedes-Benz: una C, una E, incluso una S.

También nos da esa sensación de mayor refinamiento cuando vemos el interior y comprobamos cuánto mejoraron los materiales y las terminaciones, quizás si lo peor que tenía la generación anterior.

Diría que el interior de la Clase A 2019 es lo mejor del modelo, aunque se trata de una apreciación personal. El diseño escalonado del tablero se mantiene más o menos similar, aunque ahora hay un ambiente más premium, con materiales de tacto blando, aplicaciones metálicas y un lucido juego de colores y texturas.

La nueva Clase A es más grande que su antecesora. Creció 13 centímetros de largo (4.419 mm), 1.6 cm de ancho (1.796 mm), medio centímetro de alto (1.440 mm) y tres centímetros entre los ejes (2.729 mm).

Este crecimiento se nota especialmente en las plazas traseras, que ahora son muy amplias para llevar dos adultos de tamaño medio/grande (la plaza central es bastante incómoda incluso para niños). Hay una buena reclinación de respaldo y espacio holgado en cabeza y piernas.

Un mundo de diferencia si las comparamos con las plazas traseras anteriores, donde la sensación de apretura y encierro era evidente.

El maletero también creció, de 340 a 370 litros, dejándolo al nivel de un Serie 1 y un A3. Como dato, los respaldos se abaten en proporción 40:20:40, pudiendo abrir una funcional escotilla que conecta el habitáculo con el maletero.

Mundo millenial

Lo más llamativo de la nueva Clase A es, sin embargo, el debut del sistema de infoentretenimiento MBUX asociado a dos mega pantallas de 10,25 pulgadas cada una, puestas una al lado de la otra, ofreciendo una experiencia única para el usuario no sólo en el segmento, sino, diría, en el mercado nacional.

No es todo perfecto, por supuesto. Me cargó que Mercedes-Benz sólo ofrezca puertos USB de Tipo C, que sólo se consiguen en teléfonos de última generación, lo que, en la práctica, deja sin conectividad a buena parte de los usuarios chilenos. Un comentario que leí por ahí que mejor representa esto, dice que “es el peor estándar de la historia porque es todo menos estándar”. Genial.

Con imposibilidad de poder cargar y conectar mi teléfono para utilizar Apple CarPlay o Android Auto, al menos pude emparejarlo vía bluetooth para salvar el modo manos libres.

Ahora, obviando este desatino, el sistema MBUX (Mercedes-Benz User Experience) es fabuloso en su interfaz, su gráfica y en la facilidad para entenderlo, aprovecharlo y usarlo, incluso para un cuarentón como yo, poco amigo de la tecnología demasiado sofisticada.
Algunos detalles. Cuenta con un gran touchpad instalado en la consola desde donde se controla todo con total facilidad, ofreciendo incluso botones de acceso directo si no desea navegar tanto. Pero aún así, si lo prefiere, puede tocar la pantalla ya que es táctil.

También hay dos pequeños controles táctiles en el volante, uno a cada lado, algo que ya vimos en la Clase C recién lanzada en Chile. El de la izquierda sirve para controlar la pantalla que funciona como cluster, el de la derecha maneja la pantalla central.

El volante, por cierto, es heredado de la Clase S y se luce por su tamaño y diseño, por su botonera metálica y por su tacto exquisito.

Pero vamos a lo que ha llamado la atención de todos: el sistema de reconocimiento de voz del MBUX, también llamado “Hey Mercedes”.

Es un sistema estilo Siri de Apple capaz de contestar preguntas directas y actuar sobre algún sistema del auto (“hace frío”, y el sistema sube la calefacción). Funciona bien, aunque a veces se pasma. Nos pasó un par de veces. Cosas de la tecnología.

Respecto del cuadro de instrumentos, ofrece tres ambientes y es configurable en cada uno de los espacios que ofrece, pudiendo poner el mapa del navegador, información de consumo, velocímetro y tacómetro, audio y teléfono, o lo que uno desee. Hay infinidad de posibilidades al gusto del conductor.

La mejora conductiva

Otro punto que necesitaba mejora en la Clase A era la conducción, específicamente, el confort de marcha.

Siempre se dijo que la configuración para Chile incluía el paquete AMG, que además de un perfil de neumático más bajo, incorporaba una suspensión muy firme, que hacía poco agradable el manejo en ciudad. Era demasiado duro, vibraba y golpeaba sin más.

Hoy, la Clase A es más robusta, más sólida y entrega una sensación de mayor madurez. Es muy precisa en curva y extremadamente aplomada cuando se cambia de dirección de improviso. Diría que se siente muy seguro. La adherencia es fantástica en todas las condiciones, y hay que forzar demasiado (mucho para mi gusto) para sentir algo de subviraje ya que el tren trasero tiene un nivel de agarre descomunal. Es muy eficaz, qué duda cabe.

Ahora, poco rolido, mucha adherencia y aplomo suele ser sinónimo de incomodidades, pero éste no es el caso. El auto no es nada duro, firme sí, pero sigue siendo cómodo, incluso en zonas malas o sobre un lomo de toro (cuidado con la trompa que es baja).

Y para hacer kilómetros y kilómetros es de lo mejor, bien insonorizado, confortable de vibraciones y con buenos asientos. Solo por este punto ya vale la pena el cambio.

Respecto del motor, nuestra unidad A250 utiliza un 2.0 Turbo de cuatro cilindros, que eroga 224 Hp y 350 Nm de par desde apenas 1.800 rpm, que va asociado a una caja automática de siete marchas.

Es un buen motor, sin duda. Acelera con intensidad casi desde que se pisa el acelerador y mueve el auto con gran soltura, ofreciendo empuje para cualquier situación que se requiera. Es un gran motor para llevarlo vivo, con una caja que es muy rápida cuando se usa con las paletas, aunque el consumo, en esta situación, no es especialmente generoso (6 a 7 km/litro).

La caja es cómoda pero no es especialmente refinada a bajas revoluciones. Hace notar demasiado el momento en el motor enciende el turbo, pasando de muy poca respuesta a mucha, quizás demasiada. Y no es fácil aprender a modular el pedal.

Conclusiones

No vamos a hablar del equipamiento porque, como es de suponer, la nueva Clase A viene llena de todo, en seguridad y confort (7 airbags, freno de emergencia, faros LED, sistema de estacionamiento automático, techo corredizo, sistema keyless, climatizador digital, llantas de 19” y paquete estético AMG, entre lo principal).

Lo importante es que Mercedes-Benz mejoró los cuatro puntos que tenía al debe con la generación anterior (confort, habitabilidad, conectividad y calidad interior), manteniendo una línea de diseño coherente pero más madura.

Destaca su interior 100% digital, un motor de 224 Hp que empuja con decisión, una puesta a punto que mezcla perfectamente la diversión con el manejo de día a día, y un espacio interior más premium.

Si por años ni dudábamos en decir que la Serie 1 de BMW era el referente del segmento de los hatchbacks compactos premium, pues bien, creo que eso acabo (y cómo nos sigue gustando ese auto). Hoy tenemos nuevo rey entre los compactos premium. Dios salve al Mercedes-Benz Clase A 2019.

 

Test drive: Mercedes-Benz Clase A 2019

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