Hace unas semanas, la Unión Europea decidió que a partir de 2035 se prohibiría la venta de vehículos con motores de combustión interna. No fue una discusión sencilla. Algunos países no estuvieron de acuerdo con el tema y entre ellos la todo-poderosa Alemania opinó que era muy temprano para ello. Sin embargo, la decisión se tomó y parece sonar definitiva, aunque realmente no lo es. Y no lo es porque en primer lugar, también se determinó que el tema será revisado en 2026 y con esto queda claro que la determinación es más un carta de intenciones que otra cosa. Es normal que así se den las cosas en este momento. Los políticos que proponen esas leyes y acuerdos ya no estarán en sus puestos cuando llegue el momento de que esas entren en vigencia, pero hoy, cuando levantan sus manos contra una de las industrias que más riquezas y empleos generan, se ven valientes ante sus electores, se ven futuristas, se parecen a gente que cuida el planeta cuando en realidad cuidan a sus votos. Es un muy bonito discurso pero no cambia el hecho de que la adopción de nuevas tecnologías requiere tiempo y no decretos. Esto es así porque no se trata solo de empujar a ingenieros y diseñadores a trabajar en la dirección de “salvar el planeta”, sino de no brincarse la fundamental etapa de hacer que los nuevos inventos sean económicamente viables.
Los europeos, que están presionando más que nadie en la dirección de abandonar los motores de combustión en favor de los eléctricos, se miden a sí mismos como si todos fueran Noruega, que ya compra más de la mitad de sus autos eléctricos o electrificados (y esta expresión solo define una tecnología que es un paso en la dirección de los eléctricos, pero aún depende del petróleo y de motores de combustión interna), pero en otros, como España, menos de 2% de sus autos vendidos en 2021 eran eléctricos.
“No se necesitan tantos cargadores públicos”
Alemania apenas ha rebasado los 12% de vehículos eléctricos vendidos el año pasado, pero si sumamos a los “electrificados”, es decir, los Plug In Hybrid, el número de 26% de ese tipo de vehículos ya suena mejor. Nadie resalta que 88% de los autos nuevos vendidos en la mayor economía europea en 2021 aún usan motores de combustión. Por todo esto creo que en 2026, cuando llegue ese momento de revisar las cosas, probablemente la fecha límite de 2035 se cambie a 2040 o 2045. Y esto es en el mundo desarrollado, en los que aún estamos en desarrollo probablemente haya que añadir tres décadas más al número final logrado en Europa.
La misma Noruega, ejemplo mundial de adopción de autos eléctricos -irónico en un gran exportador de petróleo-, ya comenzó a decir que no es realmente tan necesaria la creación de una amplia red de cargadores públicos, porque la gente que compra autos eléctricos instala en sus casas sofisticados cargadores, lo que resta necesidad de contar con cargadores públicos. Suena muy bonito, pero se les “olvida” que la rápida adopción en ese país no se logró por voluntad o consciencia del consumidor, sino por imposiciones fiscales del gobierno. Tampoco “se acuerdan” que, con el precio actual de los autos eléctricos, estos son adquiridos por los más afortunados que, por conveniencia, instalan los “wall box”. Pero la mayoría de la gente no solo no puede pagar lo que hoy cuesta un vehículo eléctrico, sino que tampoco puede darse el lujo de “invertir” el montón de dinero que cuesta un wall box doméstico para con eso disminuir la responsabilidad de gobiernos y empresas de crear la infraestructura necesaria para la transformación que nos están obligando a sufrir.
En otras palabras, los políticos que hace tres décadas dijeron que el diésel era la solución para combatir los gases de efecto invernadero, hoy nos venden la idea de que la electricidad es la solución, sin importar si esa se consigue con hidroeléctricas que a veces inundan ciudades enteras o si la obtienen por la quema de carbón, quieren que paguemos la cuenta de la infraestructura, transformando nuestras casas en estaciones de carga. Son políticos al fin y al cabo. Y lo peor es que algunos tendremos que pagar esa cuenta, como siempre.