Hoy el hablar de una pick-up deportiva es pensar en productos como la RAM 1500 TRX, Ford F-150 Raptor, Chevrolet Cheyenne ZR2, etc. Todas ellas tienen algo en común y es el querer ser deportivos para todo terreno, un segmento que se le conoce como “Baja ready truck”.
Ese término de Baja ready hace justamente énfasis en las camionetas de competencia que vemos correr en la Baja 1000, 2000 y demás. Es decir, pick-ups de marcos tubulares con suspensiones tan avanzadas que pueden viajar a más de 150 km/h sobre dunas y caminos de trerraceria sin causar que nos batamos como malteada a su interior. Además soportan saltos brutales y una cantidad de maltrato de miedo.
Actualmente ese tipo de camionetas es un éxito rotundo, pero durante los 2000, el concepto de diversión off-road a bordo de una camioneta se reservaba solo para cubrir rutas todo terreno de la manera más técnica y especializada posible. Raro era ver que alguien preparara o vendiera una camioneta de este estilo.
Por aquel entonces el énfasis era hacer camionetas deportivas para la calle. Pick-ups que bajaran su altura libre al suelo, sumaran mejores frenos, llantas más pegajosas, mejores sistemas de suspensión que limitaran el balanceo y que permitieran una conducción más precisa en el pavimento. Lo vimos con la Ford SVT Lightning y algunas otras similares antes como la GMC Syclone, por ejemplo.
Pero Dodge, haciendo jugadas como las que ya conocemos, necesitaba lograr más. No bastaba con tomar un V8 o V6 y ponerle un turbo, necesitaban darle el motor del Viper a una Ram. Así nació la Dodge Ram SRT-10.
Tal cual y te lo contaba, los ingenieros de Dodge aprovecharon el mismo motor atmosférico V10 de 8.3 litros del Dodge Viper y lo adaptaron como pudieron bajo el cofre de una Ram 1500. Tras ponerlo a punto y modificar algunos detalles menores, lograron hacer que produjera 500 hp y 525 lb-pie de par.
Con esas cifras se permitía llegar a 100 km/h desde cero en tan solo 5.2 segundos. Para hacer 1/4 de milla con cambios de velocidad bien logrados, le tomaba solo 13.8 segundos. Mientras que su velocidad punta era de 240 km/h.
Por cierto para dosificar todo ese poder, se debió conseguir un par de transmisiones reforzadas, la manual fue fabricada por Tremec y era de 6 marchas, mientras que la automática era una de solo cuatro cambios.
Para hacer que todo esto funcionara se tuvo que reforzar el diferencial, colocarle llantas con más agarre, recalibrar y cambiar gran parte de la suspensión, un nuevo kit de escape, todo un trabajo de electrónica distinto para la inyección y claramente, frenos más grandes para poder detenerla.
Frente a una Ram 1500 común, la SRT-10 era 2.5 cm más baja en el frente y 10 cm más baja en la parte trasera.
Visualmente Ram le colocó un cofre nuevo con una toma de aire enorme, una parilla donde el marco era más grueso y una fascia de corte deportivo. Los faros eran de distinto diseño y claramente que los rines crecieron para darle un look más llamativo, aunque no sean tan benéficos en el tema del peso.
Los rines que montó eran de 22” y con el diseño que ya había estrenado el Viper un poco antes. Atrás Dodge le dio calaveras nuevas, una cubierta rígida a la caja y un alerón pequeño, además de una salida de escape con punta doble.
Por dentro, más allá de darle un botón de encendido rojo, nuevos relojes al cuadro de instrumentos, una palanca más llamativa y un sistema de audio más completo, realmente seguía llevando los materiales espartanos de cualquier otra Ram.
Esta camioneta llegó a ser la pick-up más rápida del mundo y solo estuvo en producción desde 2004 a 2006 tanto en configuraciones de cabina regular como de doble cabina. De ella solo se fabricaron 10,046 unidades.