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Kia Picanto a prueba

Manejamos la segunda generación del pequeño coreano. Un gladiador urbano que se anima a salir de la ciudad.

Kia Picanto a prueba

Popular en Europa, el mundo de los autos urbanos que debe llevar a sus dueños a trabajar a diario, y a toda la familia, con sus bártulos incluidos, de vacaciones. Sin embargo, modelos como el Ford Ka tienen una presencia dilatada en nuestro mercado y autitos como el Hyundai Atos se ganaron un lugar en nuestro asfalto.

En su primera generación, el Picanto demostró que en pocos metros de chapa también se podían concentrar, carisma, espacio y bastante soltura en autovías. Ahora la segunda generación debe seguir ese legado y sumar aún más virtudes para un vehículo de tan reducidas dimensiones.

 

Técnica y mecánica

El Kia Picanto y el Hyundai i10 comparten plataforma, algo que se aprecia en las medidas casi calcadas entre ellos. Respecto del Picanto original, la segunda generación crece apenas en largo y distancia entre ejes, conservando inalterados ancho y alto.

Mecánicamente progresa remplazando el pequeño 1.086 cc, 12V, de 65 CV y 97 Nm, por el 1.2 litros 16V de 85 caballos y 121 Nm de torque, lo que supone un nuevo paso en su camino de emancipación urbana. Las transmisiones pueden ser manual de 5 velocidades o automática de 4 marchas, como la probada en esta ocasión.

El resto no innova respecto del segmento con esquema de suspensión delantero McPherson y posterior con barra de torsión.

 

Diseño

En este aspecto, el Picanto muestra una fuerte evolución adoptando el nuevo lenguaje de Kia, que se comenzó a aplicar desde la llegada de Peter Schreyer, reconocido por su trabajo en el Grupo VW en la época que se gestó el Audi TT original.

Se destaca la nueva parrilla, el frente alto con los faros en su parte superior, la marcada línea de cintura que hace sobresalir los guardabarros, la hendidura en la parte baja de las puertas, y las luces posteriores en forma de boomerang.

 

Interior

La cabina del Picanto recibe con un estilo moderno plasmado en el desfasaje entre el estéreo y los comandos de climatización y también en los gruesos apliques metalizados de la plancha y el volante.

La calidad de materiales podría ser mejor, especialmente teniendo en cuenta que este modelo milita en el exigente mercado Europeo, pero no desentona con los productos made in Mecosur.

Respecto del espacio, el poco centimetraje disponible está bien aprovechado, sacrificando baúl que se limita a simples 200 litros. Resignando las plazas posteriores se estira hasta unos abundantes 870 litros. Si bien solo entran dos adultos atrás, hay tres apoyacabezas con sus respectivos cinturones de tres puntos, algo que no suelen ofrecer los compactos de la región.

La simpleza de comandos facilita el uso en general, como el caso del estéreo donde se puede navegar rápidamente por las carpetas leídas mediante el puerto USB o Aux. Solo llama la atención la falta de espejos eléctricos, especialmente en un auto equipado con ESP.

 

Comportamiento

En marcha, la caja automática de solo 4 cambios le resta viveza a las respuestas del acelerador, la dirección y las suspensiones están bien calibradas, con algo de firmeza que se aprecia ante imperfecciones más agudas como juntas de dilatación.

A la hora de doblar, sus dimensiones lo hacen fácil de apuntar siguiendo educadamente la trayectoria indicada. La tendencia en curvas cerradas es claramente subvirante y a la hora de frenar lo hace derecho, asistido por ABS. En velocidad, los vientos cruzados lo alteran, pero no pierde la estabilidad.

Manejando normalmente en ciudad cuesta consumir menos de 10 litros cada 100 km, seguramente ir más calmos y con la versión manual se puede mejorar esta marca.

Saliendo a la ruta, el motor trabaja a 3.500 rpm para mantener un crucero de 120 km/h, velocidad en la que la supresión de ruidos mecánicos sigue siendo buena y la computadora arroja un consumo de 5.8 L/100 km. Manteniendo un largo tiempo el acelerador contra la alfombra llegó a marcar 170 km/h a 5.000 giros.

 

Conclusiones

El Picanto original demostró que un auto urbano podía aventurarse a las autopistas y autovías, ahora, gracias a la mayor modernidad y potencia, también se puede animar a salir a la ruta, aunque siempre respetando sus dimensiones y capacidad de reacción.

Es más lindo y solo se queda atrás en términos de calidad percibida del interior cuyos plásticos deberían sentirse de mayor calidad. 

Hernando Calaza. Fotos: Ezequiel Las Heras recomienda