Fue a mediados de 2014 cuando Mazda lanzó la tercera generación del Mazda3, que en versiones sedán y hatchback arribaba a Chile con la dura labor de consolidar el primer lugar del segmento de los medianos.
El nuevo Mazda3 incorporaba el nuevo lenguaje de diseño Kodo y las premiadas tecnologías SkyActiv, ofreciendo un modelo de armoniosa estampa, alta percepción de calidad, una propuesta mecánica de vanguardia y mucho equipamiento considerando el segmento.
El resultado no puede ser mejor para la marca: casi un 9% del segmento para el sedán, y un 20% para el HB, que es el líder indiscutido.
Han pasado dos años y Mazda lanza una actualización de mitad de vida de su modelo, que añade pequeños retoques en diseño, una mejora en la calidad del habitáculo, más tecnología y equipamiento, y como argumento comercial de relevancia, es importado desde Japón en lugar de México.
Mazda3 Sport: desde $12.990.000 el 2.0 MT6 hasta $16.890.000 para el tope de gama 2.5 GT con sistema de audio Bose.
Características técnicas y mecánicas
Como se trata de una actualización, las medidas del Mazda3 no han variado. En el caso de nuestra unidad de pruebas Mazda3 Sport tiene 4.460 mm de largo, 1.795 mm de ancho, 1.465 mm de alto y 2.700 mm entre ejes.
La marca indica que el Mazda3 luce ahora más elegante y ofrece una expresión más madura, pero la verdad es que resulta difícil reconocer cuáles son los cambios que tiene esta versión respecto de su antecesor. Nada anormal considerando que el diseño Kodo sigue viéndose moderno y actual.
En el frontal se suma un perfil LED sobre los neblineros, que modifican su diseño para hacerse más pequeños. La parrilla también es nueva, más amplia y baja, y las luces diurnas asumen el mismo look que en el Mazda6.
Nuevas son las llantas de 18 pulgadas y los espejos laterales lucen más integrados, y en el caso de nuestro Mazda3 Sport, la zaga luce un parachoques modificado.
En materia mecánica tampoco hay cambios importantes, por lo que encontramos los mismos bloques SkyActiv-G de 2.0 y 2.5 litros, además del vetusto 1.6 disponible solo en el sedán de entrada.
Nuestra versión de prueba tenía el cuatro cilindros 2.5 litros con 185 caballos de fuerza y 250 Nm de par, asociado a una caja automática de seis velocidades. Como todos los SkyActiv, tiene inyección directa y una relación de compresión alta, lo que se traduce en buena respuesta y consumos contenidos.
Como novedad mecánica destaca el G-Vectoring Control, un sistema de reparto de par entre las ruedas a través de la gestión del motor (y no los frenos), y que según la marca brinda más estabilidad en curva, mejor linealidad y menos correcciones de la dirección, más suavidad de marcha y un menos rolido de carrocería.
Confort y habitabilidad
Tampoco hay muchas novedades en el habitáculo del Mazda3. Sí se aprecia una mejora en la calidad de ciertos materiales, nuevas decoraciones en el panel y el rediseño de elementos como el volante, las manillas y mandos de los vidrios.
La integración de la pantalla táctil de 7” con el tablero está mejor lograda, como así también las nuevas formas de la consola central. Finalmente, nuestras butacas lucían un bello tapiz de cuero color chocolate con costuras dobles. En términos generales, la sensación de calidad es superior ahora que en la versión anterior.
El equipamiento, en tanto, es mayor en las versiones de acceso, pero en la nuestra 2.5 GT no mejora sustancialmente respecto de lo que había: nuevo es el freno de mano eléctrico, un head-up display con mejor resolución y colores, y el i-ActivSense con sensor de punto ciego y alerta de tráfico cruzado. La versión testeada tenía navegador GPS y sistema de audio Bose con un sonido exquisito.
La habitabilidad sigue siendo buena gracias a los 2,7 metros de distancia entre los ejes, ofreciendo cuatro plazas de primera para adultos, y una quinta algo menos confortable debido a la prominencia del espacio central.
Impresión de manejo
Desde su lanzamiento en 2014 que el Mazda3 destaca por su conducción. Las tecnologías SkyActiv apuntan precisamente a eso: mayor ligereza y rigidez estructural, suspensión firme y aplomada, dirección rápida y precisa (lo mejor del auto), y motores pujantes y eficientes.
Diría que junto al Peugeot 308 y al Volkswagen Golf, sigue siendo lo mejor del segmento para conductores que aman el manejo de un buen auto.
La plataforma del Mazda3 es sólida y no deja dudas respecto de las capacidades del auto. En la gama completa ofrece una suspensión bastante firme, pero que es capaz de amortiguar con prestancia en condiciones de malos caminos.
En esta versión 2.5 GT, sin embargo, las capacidades de amortiguación son más limitadas por su enfoque deportivo, y por momentos se siente algo áspera. A contramano, ofrece un aplomo sobresaliente, con mínimo rolido de carrocería, y mucho equilibrio en transferencias de peso. Es muy neutro y fácil de llevar.
El motor 2.5 litros empuja y bastante, aunque no es un deportivo en serio. Si bien 185 caballos parecen pocos para esta cilindrada, el empuje es constante desde cero y muy bueno en recuperaciones, sintiéndose de verdad como si tuviera bastante más potencia de la que tiene.
El trabajo de la transmisión es impecable, con transiciones suaves e imperceptibles realizadas normalmente en la parte baja del tacómetro, con el fin de mantener en control tanto el confort como el consumo (en nuestra prueba nos marcó 14 km/litro en ciudad).
Existe un botón Sport que modifica el comportamiento dinámico, estirando los pasos de marcha y endureciendo levemente la dirección.
Ahora hablemos del G-Vectoring Control, un sistema que busca replicar la técnica usada en carreras a la hora de encarar una curva.
La teoría dice que antes del vértice hay que reducir la velocidad aplicando los frenos con el volante recto, y conforme empezamos a trazar hacia el ápex (parte central de la curva), dejamos de aplicar torque o lo hacemos de forma más controlada, al tiempo que empezamos a doblar poco a poco. Una vez que hemos tocado el ápex y empezamos a salir de la curva, vamos enderezando paulatinamente la dirección, mientras que aceleramos progresivamente.
Lo que hace el G-Vectoring es ayudar al conductor a tomar de mejor manera las curvas mitigando el balanceo de la carrocería. El sistema recibe los parámetros de giro del volante y transferencia de peso, y de manera imperceptible gestiona la cantidad de torque idónea que puede aplicar para tomar la primera parte de la curva de la mejor forma. Asimismo, cuando vamos saliendo de la curva, el sistema gestiona que tanto torque se puede enviar a las ruedas para salir de la curva lo mejor posible.
El sistema funciona a la perfección, haciendo que el Mazda3 tenga un nivel de dinamismo propio de autos con mucha más tecnología deportiva, y que por ende son mucho más caros.
No solo eso, sino que el sistema hace que las correcciones propias que se suelen hacer en línea recta sean casi imperceptibles, y eso redunda en un viaje más seguro.
Conclusión
El Mazda3 2017 no muestra cambios sustanciales que sean apreciables a la vista, y eso siempre es un problema para un vendedor que debe tratar de explicar la novedad.
Pero claro, el diseño sigue viéndose muy moderno y es de los más atractivos del segmento; la sensación de calidad interior es superior a casi toda la competencia; la mecánica es sobresaliente en confort y manejo, y es de los autos más eficientes del segmento; el equipamiento es correcto en la entraday mejora mucho en las versiones más altas.
Lo claro es que lo mejor del Mazda3 no está en lo que se ve sino en lo que se experimenta. Si la sensación de manejo era buena, ahora es sobresaliente. Y en esto hay que ser claro: no se necesitan muchos caballos de fuerza para pasarlo bien en un auto que nació bien. Es dinámico, ágil, seguro y, con el G-Vectoring, ahora es mucho más entretenido.
Tiene detalles, como todos. Tampoco es barato. Desde $12.990.000 hasta $16.890.000 para el tope de gama 2.5 GT con sistema de audio Bose. Pero en términos generales, el Mazda3 con todas sus tecnologías SkyActiv, y en esto incluso sólo los motores 2.0 y 2.5, no el 1.6, es compra segura.