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Probando el Suzuki Swift 2018

El modelo más icónico de la marca japonesa se renueva por completo, manteniendo su estilo juvenil, mejorando su calidad y equipamiento, y ofreciendo una conducción muy estimulante.

Probando el Suzuki Swift 2018

El Swift debe ser el modelo más icónico de Suzuki, una marca a la que le sobran sus modelos globales de larga tradición. El Swift es un compacto estiloso nacido en los años 80, que deambuló por la vida con varios nombres (incluyendo el de Forza y el de Ignis), y que regresó en gloria y majestad al país en 2005 con la cuarta generación, el actual modelo que estuvo a la venta hasta mediados del 2017.

No vale la pena entrar en detalles sobre el éxito que ha tenido este auto. Basta con asomarse por las calles para verlo en todas las ciudades, comunas y barrios del país. Es un modelo juvenil, accesible para casi cualquier bolsillo, querible sin importar la capacidad económica.

Pero había pasado el tiempo, y pese a que recibió una actualización profunda en 2011 (¿quinta generación?), el Swift comenzaba a verse viejo. Se hacía necesario el recambio, y en Suzuki respondieron de manera inteligente, mejorando todo lo que se podía mejorar en el auto, sin quitarle su espíritu juvenil, algunos rasgos icónicos de diseño y, lo más importante, realzando su nivel de conducción muy divertido.

Esta sexta generación se fabrica en Japón y es totalmente nueva, y cuando decimos totalmente, nos referimos a que estrena plataforma, componentes mecánicos, tren motriz y diseño. A Chile arribó a mediados de año en cinco versiones, con precios entre $8.790.000 y $10.990.000.

Un nuevo Swift

Esta sexta generación del compacto japonés se fabrica sobre la nueva plataforma modular que la marca denomina Heartect, y sobre la que también se construyen los nuevos Baleno, Ignis y DZire.

Se caracteriza por el uso de aceros más rígidos y livianos, y la opción de jugar con los volúmenes según las necesidades del modelo. El nuevo Swift pesa entre 860 y 925 kilos, dependiendo de la versión, siendo entre 105 y 70 kilos más ligero que la anterior generación.

Mide 3.840 mm de largo, 1.735 mm de ancho, 1.495 mm de alto y tiene entre ejes 2.450 mm. Si lo comparamos con su antecesor, el nuevo compacto es levemente más corto (10 mm) y más bajo (35 mm), pero es más ancho (40 mm) y tiene más distancia entre ejes (20 mm), lo que permite aprovechar de mejor manera el espacio.

Uno de esos efectos es el crecimiento del maletero, que pasa de míseros 210 litros a algo más generosos 242 litros, que sigue siendo una cifra insuficiente para rivalizar con su competencia.

Respecto del diseño, el Swift 2018 mantiene la misma silueta que rompiera corazones en 2005, incluyendo los pilares oscurecidos que dan la sensación de que cuenta con un techo flotante. Sin embargo, la marca moderniza los elementos complementarios, como focos, parrilla y parachoques, para darle un carácter totalmente nuevo.

La máscara frontal cuenta con una nueva parrilla ovalada de mayor tamaño, unos grupos ópticos más alargados que incluyen diodos LED para luz diurna, y un parachoques más prominente que encierran los nuevos neblineros.

La silueta muestra una estampa que intenta asemejar un coupé, con pasos de rueda más robustos y anchos, llantas aro 16 bicolor, hombros más marcados y el pilar trasero que suma elementos de plástico negro que permiten esconder las manillas y unir las ventanas con la luneta.

Finalmente, en la zaga se suman focos en forma de C con tecnología LED (dependiendo de la versión), parachoques más amplios y en el color de la carrocería, aunque el look es semejante al anterior.

El mundo interior

Por dentro se mantiene una percepción de calidad correcta, pero de bajo valor. Los plásticos son todos duros al tacto y no hay intentos de disfrazar lo que es obvio: Suzuki no vende lujo, pero los acabados son buenos y el tablero se siente compacto, lo que mejora sustancialmente la percepción que tiene el cliente.

Los grises y negros predominan en el habitáculo, aunque cuenta con algunas aplicaciones de plástico blanco de dudoso gusto. Sí lucen bien las salidas de aire redondas y una radio con pantalla táctil instalada en el centro de tablero, conectable con Android Auto y MirrorLink, junto con el climatizador digital de nuestra versión tope de gama.

La posición de manejo es buena, relativamente baja para quienes gustan de manejar más cerca del suelo, pero con una correcta visibilidad hacia delante. El volante tiene forma más deportiva al estar achatado abajo, y cuenta con mandos para la radio, teléfono y control crucero.

En las plazas posteriores caben dos adultos y no más, quizás un niño al centro. Si bien hay más espacio para las piernas, la baja altura del Swift penaliza a las personas de mediana estatura hacia arriba.

Como escribió nuestro director editorial, Rubén Hoyo, cuando probó el nuevo Swift en México: “Es un auto de uso personal, que trae el espacio de ocupantes para dar el aventón”.

Más completo

De serie, el nuevo Suzuki Swift incluye frenos ABS con distribución electrónica de frenado y asistente de frenado de urgencia, doble airbag frontal, sensor de retroceso, anclajes para sillas de niño en las plazas traseras, cinturones traseros de tres puntas y luces diurnas LED, un buen equipo de seguridad considerando el segmento. Nuestra versión tope de gama GLX añade frenos de disco en las cuatro ruedas, airbags laterales y de cortina, control de estabilidad, neblineros y cámara de retroceso, que lo coloca como un referente en esta materia.

En cuanto a confort, todos los modelos ofrecen la pantalla táctil de 7” marca Pioneer con bluetooth y seis parlantes, así como aire acondicionado, alza vidrios y espejos eléctricos, cierre centralizado, volante forrado en cuero con mandos, computador a bordo y llantas de aro 16.

Nuestra unidad de prueba añadía climatizador automático, proyectores LED frontales, control crucero, sistema de audio Blaupunkt con panel táctil y bluetooth, conectividad para smartphones, cámara de retroceso, botón de encendido, espejos exteriores abatibles eléctricamente, encendido automático de luces y llantas de 16" con corte diamante.

Un equipamiento inédito para este modelo, aunque claramente a tono con los modelos compactos más nuevos del mercado.

El motor de un litro

Quizás si la mayor novedad del Swift es la incorporación de una versión tope de gama equipada con el nuevo motor Boosterjet de tres cilindros y un litro de capacidad, que cuenta con inyección directa y turbo.

Este bloque que debuta en el país ofrece 110 caballos de fuerza y 170 Nm de par entre 2.000 y 3.500 rpm, y está asociado a una caja mecánica de cinco velocidades. Suzuki homologa con este bloque entre 16,6 y 24,8 kilómetros por litro de rendimiento, con una media de 21 km/l (nuestra prueba incluyó un ascenso a Farellones, entregándonos una media de 15,5 km/litro).

Junto con este motor se mantiene el conocido cuatro cilindros aspirado de 1.2 litros, que eroga 82 Hp y 113 Nm de par, y que está asociado a la misma caja mecánica o a una automática CVT.

Como este bloque ya lo conocemos de sobra, porque no sólo estaba disponible en el Swift, sino que también lo está en el nuevo DZire y en el Ignis, es que nos vamos a concentrar en el fantástico tricilíndrico turbo.

Porque pese a ser un motor pequeño, acelera muy bien, tiene suficiente potencia para pasar a cualquiera e incluso para divertirse en el auto, aunque, claro, aquello es más virtud del chasis que del tren motriz.

Volvamos al motor. Existe un pequeño turbolag bajo 1.500 rpm, perceptible cuando el acelerador se pisa a fondo en la salida más que en el uso tranquilo del día a día, para luego empezar a empujar con decisión. No es brioso en extremo, pero siente demasiado ágil, incluso cuando se encaran ciertas subidas.

Y aquí llegamos a un concepto mágico en el mundo de los autos que en este caso pega a la perfección: relación peso/potencia. Porque con 110 caballos para menos de mil kilos, nos da una relación de 8,3 kilos por caballo, lo que es relativamente bajo, consiguiendo un muy buen desempeño dinámico y un manejo agradable.

También clave en esta faceta es el funcionamiento de la caja mecánica, de recorridos cortos, muy precisa en los engranajes y rápida de reacción. Sin ella, la sensación deportiva del auto sería totalmente distinta.

Otro punto relevante es la configuración de la suspensión, en general bien equilibrada para el día a día (como siempre ha sido en el Swift), aunque con un tarado algo más firme que antes, lo que permite ganar aplomo en curvas y estabilidad lineal, con la penalidad de que se vuelve dura en los pavimentos rotos y en los lomos de toro muy marcados, donde incluso puede llegar a raspar la parte baja de la trompa. No es algo grave, pero sí incomoda un poco.

Finalmente, en esta puesta a punto más deportiva tenemos una dirección electroasistida que es muy precisa y rápida, y retroalimenta muy bien al conductor lo que está pasando bajo las ruedas.

La duda que me queda es si esta puesta a punto es exclusiva del motor 1.0 Turbo o está disponible también con las variantes de entrada con el motor 1.2.

Conclusiones

El Swift sigue siendo un referente en el segmento de los hatchback compactos, y cada vez más enfocado en un segmento juvenil, que valora la conectividad y la diversión al volante.

Ya no es barato como solía serlo, de hecho, nuestra unidad de prueba supera los 10 millones de pesos, algo impensado para el Swift hace apenas un par de años. Pero si sumamos el equipamiento de confort y seguridad, la conectividad, el nuevo motor turbo y la diversión garantizada, nos llega a parecer que no es tan caro.

No es refinado en su interior ni está muy bien insonorizado, pero se ve bien construido y entrega algo de calidad percibida. Pero insistimos, Suzuki se dedica a hacer autos confiables y de gran valor, y este nuevo Swift no escapa a esa tendencia.

Tuve un Swift en 1991, aquella magnífica segunda generación que nos ofreció las primeras propuestas deportivas en un compacto, y creo que por primera vez en todos estos años volvería a tener un Swift. Siempre y cuando sea el 1.0 Turbo.

 

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