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Probamos la Mazda CX-30 2020

La marca lanza un SUV que se coloca entre sus modelos compacto y mediano, ofreciendo más versatilidad y mucho más equipamiento.

Probamos la Mazda CX-30 2020

La estrategia de Mazda con sus SUV no es fácil de entender de buenas a primeras. Porque si la marca tiene un SUV compacto (segmento B) llamado CX-3 y uno mediano (segmento C) llamado CX-5, no pareciera ser necesario lanzar algo intermedio, y menos bautizarlo con el nombre CX-30. Quizás CX-4, tendría más sentido, pero se sabe que la marca de Horishima tiene un modelo con esa denominación en China y seguramente no quiso causar confusión. Como si CX-30 no la provocara.

Pero no vamos a cuestionar la decisiones de Mazda de ninguna manera. Siendo un fabricante independiente y produciendo menos de dos millones de unidades anuales, ha sido capaz de competir de igual a igual con los grandes conglomerados mundiales, ser rentable año a año, e invertir en tecnologías de vanguardia que son un deleite para los usuarios. Digamos las cosas como son: Mazda es un ejemplo para muchos fabricantes que van de tumbo en tumbo en sus finanzas y en sus productos.

Entonces, no. No somos nostros los llamados a cuestionar las decisiones de Mazda, y menos los nombres con los que bautiza a sus nuevos modelos. 

Nosotros nos pusimos al mando de la versión GTX 2.5 litros AWD, la tope de gama, cuyo precio supera los 20 millones de pesos.

Buscando su espacio

Como consideración inicial, el Mazda CX-30 está construido sobre la nueva plataforma que debutara con la nueva generación del Mazda3, lo que de alguna manera le permite obtener todos sus beneficios: es más modulable para ampliar su espacio interior y de carga, es más barata de producir, y permite integrar mecánicas de tracción delantera y total. Esta base es distinta a la del CX-3 (que usa la del Mazda2) y la del CX-5 (la del Mazda6).

Sin embargo, esto no explica su posicionamiento. Para ello hay que ver los números de la familia Mazda.

Un Mazda CX-3 mide 4,27 metros de largo y tiene 1,76 metros de ancho. Un CX-5 mide 4,55 metros de largo y 1,84 metros de ancho. En ese amplio espacio es donde cabe el CX-30, que mide 4,39 metros de largo y 1,79 metros de ancho, y tiene más de 2,65 metros entre los ejes, 80 centímetros más que el SUV pequeño y apenas 50 centímetros menos que el SUV mediano.

Este punto intermedio se aplica también al tamaño del maletero, donde el CX-30 permite buenos 430 litros, casi los mismos que el CX-5 (442L) y bastante más que los 240 litros del CX-3. Además, tiene una boca de carga muy grande y un umbral bajo, lo que facilita mucho los procesos de carga y descarga. Y nuestra unidad de pruebas tiene portalón con apertura eléctrica.

Con esto, lo que queremos decir es que el Mazda CX-30 está perfectamente colocado en la gama, a medio camino entre el muy diminuto y más personal CX-3 y el muy amplio y más familiar CX-5. 

Pero esos son los números, veamos la realidad. Basta subirse para entender que el Mazda CX-30 es muchísimo más amplio que su hermano menor en todas las plazas, especialmente las traseras, algo que en realidad no era tan dificil de lograr considerando que el CX-3 es de los más pequeños del segmento.

Hay más espacio para piernas, para la cabeza y en el ancho de hombros. Por supuesto que no está a la altura del CX-5, que es uno de los más grandes del segmento, pero diríamos que caben tres personas con bastante holgura. Quizás no tres adultos para viajes largos, pero sí para moverse en trayectos cortos. También para poner dos niños en sillas y alguien sentado al medio. El problema mayor es que no hay mucho espacio donde poner los pies en la plaza central, y tampoco me gusta tanto la reclinación de los asientos, que es algo vertical.

Lo bueno es que el acceso a las plazas traseras es grande, con puertas que abren mucho y que se benefician de un pilar B que está levemente adelantado, dejando un amplio espacio para entrar. Diría que personas de hasta 1.85 metros quedarán bien sentados atrás, pese a que el diseño del CX-30 es deportivo y penaliza algo la caída del techo en la parte trasera. 

El diseño como punto fuerte

Más allá del tamaño y habitabilidad, algo que distingue a este Mazda CX-30 en su diseño deportivo, siguiendo las directrices del Kodo, que ya está en su séptima evolución.

Si lo miramos en detalle, podríamos decir que se trata de un Mazda3 hatchback sobre elevado y con los pertinentes elementos propios de un SUV, como las protecciones bajas y las molduras plásticas. Y no estamos tan lejos de eso, lo que además no es un pecado si consideramos que el Mazda3 hatch es uno de los autos más bellos y proporcionados del mercado.

El frontal adopta los nuevos patrones que debutaran en el Mazda3, con la trompa extendida hacia adelante, la clásica parrilla ovalada, su entramado de grilla negra y sus bordes cromados gruesos que se extienden por debajo de los focos, así como luces finas y ascendentes que le dan un look, si el auto tuviera cara, de una persona enojada.

Líneas agresivas y juveniles caracterizadas por paragolpes angulosos, pasos de rueda anchos y una silueta deportiva de principio de fin. Lo único que a mi juicio desentona son las molduras sobre los guardabarros y bajo las puertas, que son demasiado gruesas, pero el auto se va bonito, proporcionado, armónico.

En la zaga hay menos apuesta personal y más imagen corporativa, incluyendo el spoiler que extiende la línea del techo, los parachoques y los focos, finos y alargados salvo por una circunferencia central que visto de noche nos transmite inmediatamente que se trata de un Mazda.

Por dentro es puro Mazda3, salvo porque la posición de manejo está puesta más alta, por lo que se ha elevado tanto el tablero como la consola y los asientos. Este diseño destaca porque todo gira en torno al conductor y ofrece mucha visibilidad. Lo más llamativo es la fina línea horizontal construida con las salidas de aire, que se ve muy bien pero no es tan funcional para refrigerar a los ocupantes, ya que tira el chorro de aire directo al cuerpo. 

Vale la pena resaltar la impresionante percepción de calidad de materiales y de construcción, muy por arriba de cualquier otra marca generalista y en franca competencia con modelos de Audi y BMW. Todo es suave al tacto, todo está bien ensamblado, la construcción se siente sólida y el ambiente (mezcla de texturas y colores) es exquisita. Hay que decir que nuestra unidad tiene el acabado GLX, que es el más alto, pero aún así, gran punto para Mazda, ya que, además, la calidad de las plazas delanteras se replican en las plazas traseras. 

El tablero está dominado por una pantalla táctil de 8,8 pulgadas, y que al igual que en el sedán/hatch mediano no es táctil y está más retrasada. Eso quiere decir que todo se controla desde el mando central dispuesto en la consola. Esta pantalla tiener una altísima resolución y una gráfica exquisita, ofrece la vista de la cámara de retroceso pero también de las aplicaciones disponibles (al fin) desde Apple CarPlay y Android Auto.

Y si bien Mazda ha mejorado la funcionalidad con acceso directo a ciertas operaciones, sigue estando a años luz del funcionamiento fácil y amigable de sistemas como el de Ford, Chevrolet, Jeep, Audi, Volkswagen y un largo etcétera.

El volante, su diseño y tacto, sigue siendo lo mejor de estos Mazda, con el ancho preciso para tomar firmemente el volante, el ajuste en todos los sentidos y la vibilidad del cuadro de instrumentos, que es de dos relojes analógicos por los costados y un gran display digital al centro, que simula otra esfera analógicva. Es un cuadro lindo, fácil de ver y de seguir, y configurable para muchas informaciones.

La posición de manejo es excelente, con un asiento cómodo, ajustable en altura y extensión (eléctrico en esta versión), confortable para hacer muchos kilómetros sin cansarse. Y el volante tiene ajuste en altura y profundidad, por lo que no cuesta nada encontrar la mejor posición de manejo posible. 

Al volante

El Mazda CX-30 se ofrece en Chile con dos opciones de motor SkyActiv, 2.0 y 2.5 litros, asociado el primero a caja manual y automática y tracción delantera y total, mientras que el segundo sólo se acopla a una automática de seis y al sistema AWD. Esta fue nuestra opción de prueba.

Este motor de cuatro cilindros aspirado ofrece 186 Hp y 252 Nm de par, más que suficiente para un modelo que pesa por debajo de los 1.300 kilos. Sin embargo, acá nos pasó lo mismo que en todos los modelos de Mazda equipados con este bloque: no se siente brioso.

Mi opinión es que la caja está configurada para ser eficiente más que para brindar explosión. Eso no está nada mal, porque, hay que decirlo, tampoco es que el CX-30 sea un tanque en movimiento. Empuja bien, acelera cuando se le exige, es capaz de recuperar muy rápido y es altamente elástico, lo que se agradece. Pero no nos alucina como otros bloques de potencia similar.

Si nos encanta el consumo, hay que decirlo, casi 10 km/litro en ciclo urbano y un auto apetado, sobre 14 en un ciclo más mixto. Bueno considerando la potencia del CX-30 y que es un AWD.

La puesta a punto del auto tiene ese equilibrio perfecto entre un SUV y un auto, quizás como se sentiría un Mazda3 sobre elevado. No golpea fuerte en baches ni en lomos de toro, pero hay que tener cuidado porque no amortigua como un SUV más de batalla. Es más bien seco, áspero. Raya la deportividad por la puesta a punto, pero no será del gusto de todo el mundo.

Lo mejor del chasis sigue siendo la dirección, muy fina, muy precisa y muy directa. A donde se apunta la vista parte el auto, haciendo que se sienta más liviano al ser tan ágil de respuesta, que además de deportiva es más seguro. Eso sí, a no olvidar que estamos en un vehículo con un centro de gravedad más alto, así que no hay que forzar demasiado.

Un último punto, que va en directa relación con el reposicionamiento de la marca, es el buen nivel de aislación acústica, con mucho material aislante que hace del viaje una gran experiencia.

El contenido

Nuestra unidad de pruebas tenía de todo, pero lo valioso acá es que el Mazda CX-30 parte de serie con sensor de lluvia, luces DRL con LED, spoiler trasero, llantas de 16", sistema de audio Mazda Connect con pantalla a color de 8,8" y soporte para Android Auto/Apple CarPlay, cuadro de instrumentos mixto (análogo/digital), comandos al volante, sensor de retroceso, aire acondicionado, control dinámico de estabilidad (ESP), frenos de disco con ABS, siete airbags y apertura keyless de puertas.

El nivel intermedio suma a eso control crucero, iluminación Full LED, espejos abatibles eléctricamente, llantas de 18", volante forrado en cuero, cámara de retroceso, climatizador dual, alarma y sistema Smart Keyless.

Nuestra unidad GTX, finalmente, añade sunroof, GPS, paddle shifts para la transmisión automática, sistema de audio premium Bose de 12 parlantes, Head-Up Display, sensores delanteros de estacionamiento, espejos laterales con memoria, tapiz de cuero, asiento del conductor con reglajes eléctricos, calefacción para las plazas delanteras, sensor de punto ciego y tráfico cruzado.

Conclusiones

Nos gusta el Mazda Cx-30, como nos han gustado todos los últimos Mazda. Tiene un diseño deportivo y atractivo, un habitáculo elegante y bien construido, una generosa habitabilidad y un gran valor considerando su oferta en equipamiento de confort y seguridad.

Lo mejor es su nivel conductivo, más confortable en lo acústico, más deportivo en el tacto, más funcional por el despeje. Un gran mix que tiene el equilibrio perfecto para quienes buscan un SUV pero aman el manejo de los autos.

Eso sí, hay que juntar dinero, porque como todos los últimos Mazda, es más caro que la competencia. No mucho más, pero sí más caro. 

Test drive Mazda CX-30

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