Dentro de los autos de legado para BMW, no quedan duda que podemos clasificar a la Serie 5 y su variante deportiva M5. El sedán ejecutivo recibió mejoras dinámicas en su nueva generación develada en 2023, que lo convirtieron en referente de su segmento al lograr enfrentarse a deportivos de calibre, mientras era capaz de llevar a una familia y sus maletas a bordo.
Con el paso del tiempo era cuestión de tiempo ver como esa misma esencia debía trasladarse al formato eléctrico y es así como nace el BMW i5 M60 xDrive, por ahora la cúspide eléctrica de la gama, y que pudimos manejar en San Francisco, California.
Fotografía | Mauricio Juarez @lemauuu
El desempeño de un auto eléctrico es muy similar para casi toda aplicación. Sabemos que la aceleración va a ser inmediata, que pesan mucho y que aún sufren de ciertas limitantes. Por ahora la sorpresa está en ver que marca logra dar con una puesta a punto lo suficientemente buena para esconder ciertas de esas reacciones, que no terminan de convencer a quienes nos acostumbramos a manejar autos a combustión más "ligeros".
Con el nuevo i5 tenemos un desarrollo que como prioridad tiene el darle esa esencia de BMW a este sedán ejecutivo. Con ello me refiero a hacer que el manejo se disfrute y sorprenda por dinámica, más allá que por solo acelerar rápido; que sea un auto capaz de poder dirigirse y controlarse aún estando cerca del limite.
Con el i5 M60 experimentamos parte de ello. Y solo digo que fue “parte de ello”, ya que el tiempo al volante no fue tan extenso y la conducción se hizo en casi un 90% en las carreteras de San Francisco, donde a pesar de haber muchos cambios de elevación, las curvas son una excentricidad.
De primera instancia, en conducción urbana es como ir en un Serie 5 normal, una marcha callada, suave, con posición de manejo cómoda y con buena visibilidad. Sin embargo, en los pequeños momentos donde era posible acelerar más y atacar las contadas curvas que atravesamos, es muy notorio cómo el auto, a pesar de marcar 2,3 toneladas en la báscula, puede dirigirse como si pesara media tonelada menos.
La dirección en el eje trasero, la puesta a punto de la suspensión adaptativa, la anchura de las ruedas, calibración de dirección, del control de tracción y reparto de par son los encargados de lograr este efecto. Desafortunadamente, al ser un primer contacto, no pudimos llevarlo a pista o ponerlo en alguna situación donde esperáramos exprimir sus capacidades. Sin embargo, al menos en un ambiente urbano, la sensación de ligereza y agilidad estuvieron presentes.
Ponerlo en el modo Sport es activar justamente esa esencial de M5, en la que el auto se siente más conectado al suelo, más firme, más rápido y listo para saltar ante cualquier provocación. Todo eso no es para menos, ya que con el modelo M60, nos encontramos con una configuración de motor doble que en total produce 601 Hp y 820 Nm de par. Suficientes para darle un 0-100 km/h de 3,8 segundos y una velocidad tope de 230 km/h.
Lograr eso con 2,3 toneladas de peso no es fácil, hay un gran trabajo detrás, además de asegurar una autonomía cercana a los 400 km requiere una buena gestión energética.
Lejos están los días en los que a través de la dirección sentíamos perfectamente cada detalle del camino o cuando era más natural entender el limite de agarre del auto, pero dentro de los estándares de un EV, el i5 M60 es de lo que más se aproxima a emular esas sensaciones primarias.
Imagen seria y deportiva
Cuando hablamos de estética es un trabajo muy BMW, con un trabajo estético bien mesurado, en gran parte, porque el perfil del cliente del Serie 5 es distinto a aquel que busca un Serie 4 o un XM.
Llantas de hasta 20”, faros LED láser, kit de carrocería M, contrastes de color negro, pinzas de color rojo y líneas bien marcadas sobre el capó y parachoques me parecen ser un balance muy bueno entre lo deportivo y sobrio para un auto ejecutivo.
El interior sigue una ruta más “tech” al tomar ciertos elementos que hemos visto antes en modelos como el i7. La iluminación ambiental asociada a los modos de manejo, nuevas pantallas más grandes de 14,9” para sistema de infoentretenimiento y de 12,3” para cuadro de instrumentos le dan un toque futurista.
También sigue el camino de eliminar botones para trasladar muchos controles a pantalla o a nuevos pad táctiles, mismos que no me parecen tan intuitivos, pues muchas veces requieren más pasos para encontrar el menú que necesitamos, o bien, no muestran algún nivel de retroalimentación háptica que nos ayude a confirmar que activamos algo, sin necesariamente tener que despegar la vista del camino hacia alguna de estas superficies.
El sistema de audio Bowers & Wilkins, la nitidez y cantidad de información en el head-up display, la calidad de materiales, aislado de sonido, calibración de asistencias a la conducción y hasta el toque de Hans Zimmer para sonorizar el movimiento del auto complementan una experiencia digna de de una marca premium y de un BMW.