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Volkswagen Polo Sedán 2016: Regresa en su quinta generación

El Polo se convierte en un escalón intermedio entre el Gol y Golf. Destaca por su buen aplomo conductivo y una apreciable calidad percibida, sin embargo, está corto de potencia.

Volkswagen Polo Sedán 2016: Regresa en su quinta generación

El Volkswagen Polo es un ícono en Europa y parecía poco sensato que la marca no lo tuviera en venta en Chile, dejando una brecha gigantesca entre el Gol y el Golf. La explicación siempre versó sobre el alto precio del modelo fabricado en España, que lo dejaba fuera de mercado, pero buscando y buscando encontraron un Polo fabricado en la India y las matemáticas hicieron el resto para que el modelo volviera al país.

El Volkswagen Polo tiene más de 40 años de vida y ya estamos en la quinta generación, que fue lanzada en 2009 ganando el premio al Auto del Año en Europa. Ahora, lo que se pone a la venta en el país es el facelift aparecido en 2013. O sea, de actual, poco.

Aterriza en versiones hatchback y sedán, y este último, busca llenar el espacio dejado por el viejo Bora, considerando que el nuevo sedán que lleva el mismo nombre está construido sobre la plataforma del Golf, por lo que es 26 cm más largo.

 

Aspectos técnicos y mecánicos

El nuevo Volkswagen Polo Sedán mide 4.384 mm de largo, 1.699 mm de ancho, 1.466 mm de alto y tiene una distancia entre ejes de 2.552 mm. El maletero es grande para este tamaño de auto: 432 litros de capacidad.

Se fabrica sobre la plataforma modular PQ25 de Volkswagen (A05), la misma que comparte con el Seat Ibiza, Skoda Fabia y Audi A1, lo que habla de su calidad. La novedad es que ahora se construye en Pune, en la India, un origen que se ha ido valorizando para el mercado chileno (7% de las importaciones), y que ya cuenta con populares modelos como los Suzuki Alto, Celerio y Swift, los Hyundai Eon, Grand i10 y Creta, y todos los Mahindra.

Bajo el capó se encuentra su peor componente mecánico: el motor de cuatro cilindros, 1.6 litros y 105 caballos a 5.250 rpm y 153 Nm de par a 3.750 rpm, que puede estar asociado a una caja mecánica de cinco marchas o automática de seis. Se trata de un bloque de larga data, aunque lo han ido mejorando para ir cumpliendo con las normas de emisiones más exigentes.

El diseño exterior del Polo Sedán no transmite personalidad propia y bien puede ser confundido con los otros sedanes de la marca, el Voyage y el Bora. Es conservador como todos los Volkswagen, da una sensación de extremada seriedad y privilegia un formato clásico por sobre líneas más agresivas.

Destacan la parilla horizontal con tres barras, llantas de aleación de 15”, neblineros en el paragolpes y embellecedores cromados en las versiones Highline.

 

Confort

Lo primero que llama la atención en el interior del Polo es su amplio habitáculo, muy confortable para cinco pasajeros, con el agregado del buen maletero del que ya hicimos mención. Los asientos delanteros afirman bien la espalda y se pueden ajustar en altura, mientras que la banqueta trasera es cómoda y ofrece buen espacio para piernas y cabeza.

Respecto del diseño, todos los elementos que están ahí son reconocibles en cualquier otro Volkswagen. Cuatro salidas de aire de forma irregular por encima del tablero, una gran radio de doble DIN con bluetooth y puerto USB justo al medio, climatizador digital más abajo. Nada revolucionario en el diseño, pero nada lejos de las manos. La funcionalidad lo define todo en Volkswagen.

El volante forrado en cuero también es clásico en la marca, con mandos para radio y teléfono y un grip magnífico. Los marcadores dejan al medio un display digital para la información del computador a bordo.

En seguridad hay doble airbag frontal, frenos ABS con EBD y anclajes isofix, nada que lo destaque en el segmento, salvo por una construcción fuerte y bien realizada, que le permitió obtener el máximo de estrellas en todas partes del mundo.

Lo que impresiona en este Polo, como en todos los Volkswagen, es la buena percepción de calidad constructiva. Obviamente que el origen y el posicionamiento del modelo lo hacen cargar con ciertos plásticos de menor pedigrí, pero en términos generales, todo está bien terminado y la sensación de solidez resalta de inmediato.

El equipamiento de las versiones Highline testeadas agregan vidrios y espejos eléctricos, cierre centralizado, control crucero, sensores de retroceso y tapiz de tela.

 

 

Manejo

Una de las cosas buenas del Volkswagen Polo Sedán es que gracias a los ajustes del asiento y del volante, no cuesta nada encontrar la posición de manejo adecuada. La visibilidad es correcta en todos los sentidos, aunque los espejos laterales son algo estrechos.

La base del Polo es muy buena, transmitiendo mucho aplomo conductivo y una sensación de solidez que parte del ADN de la marca. La suspensión es confortable, pero sabe mantener el auto bien pegado al piso, evitando los saltos sobre pavimento en mal estado. La dirección también transmite mucho tacto, pese a que la norma en este segmento sea tener sensaciones más artificiales.

Vamos al motor, que demuestra sus años a través del ruido, el que inevitablemente se filtra al habitáculo apenas se comienza a escalar en el tacómetro. El régimen de marcha no es holgado sino todo lo contrario, y hay que llevarlo por encima de las 3.000 rpm para sentir que el auto va empujando (el par máximo está a 3.750 rpm), y aún así, el empuje no es tanto como nos gustaría.

La caja automática es suave y ayuda a exprimir de mejor manera este bloque, aunque, volvemos a decirlo, no es pujante, ni transmite vértigo, ni permite hacer maniobras más extremas. Está pensado para ir tranquilo por la ciudad, o más tranquilo aún por la carretera, pese a que la sexta marcha ayuda a bajar el régimen a unos 2.700 rpm en velocidad crucero.

El consumo logrado en esta prueba estuvo en los 9 km/litro en ciudad y sobre 12 en ciclo mixto. Nada muy destacado considerando el segmento donde ataca.

 

Conclusiones

El nuevo Polo Sedán es la apuesta que necesitaba Volkswagen para hacer números en la parte alta del segmento B, y dar alternativa a quienes el Gol y el Voyage quedaron chicos.

Es un sedán tradicional, con un diseño algo elegante, con mucho espacio interior y de carga, y un correcto andar, más enfocado en el confort que en la emoción. Y el equipamiento justo pensando en el segmento, aunque le falta algo más de tecnología.

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