Casi siempre, por no decir que siempre, los salones internacionales como el de Ginebra, más allá de las novedades europeas, vehículos eléctricos y carros conceptuales, que tranquilamente pueden estar ya en la puerta del horno y salir al mercado, nos dan una o dos grandes sorpresas.
Es de esta manera como los ingenieros de Koenigsegg, le dieron un salto de calidad a un modelo que desde su creación era perfección pura: el CCX.
Basados en su modelo de restauración de leyendas, esta bestia despertó en la edición 88 del Auto Show de Ginebra con un motor V8 Twin Supercharged de 4.7 litros, con el que puede erogar 806 hp. Su transmisión es manual de seis relaciones – No se dejaron tentar por una caja automática, y esto sin duda, le otorga el sello de una verdadera leyenda certificada-.
El exterior del CCX fue pintado con el Royal Blue, color original de este hiperdeportivo. Mientras que su interior, tuvo un cambio radical y muy sueco: anilina vegetal de piel curtida fue utilizada para la “pared” posterior y los asientos.
Entre bielas y bujías
Con el CCX, Koenigsegg pudo dar el salto de calidad en cuanto a diseño. El CCX es la evolución final de los que fuesen los primeros superdeportivos de la marca, como el CC8S o el CCR.
El CCX fue un vehículo de la marca que tuvo homologación mundial; y de esta manera le dio a la firma escandinava, reconocimiento y un modelo de expansión, para hacerle frente a su competencia.
Después de 12 años -fue creado en 2006-, el Koenigsegg CCX se mantiene entre los diez carros más veloces del planeta.