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Probando el Volkswagen Jetta GLI 2019

En México le echamos el guante a la versión más deportiva del sedán mediano de la firma alemana.

Probando el Volkswagen Jetta GLI 2019

Eel Jetta GLI, una especie de Golf GTI pero con maleta, que en su actual presentación fue estrenado en el Salón de Chicago 2018.

Vale decir que GLI proviene de Grand Luxury Injection. Y es que la denominación nació para satisfacer al mercado norteamericano, amante de los sedanes y mucho más de los autos poderosos. Entonces, juntar Grand Luxury (gran lujo) con Injection era como sacarse la lotería.

¿Pero qué es el Volkswagen Jetta GLI? Lo manejamos en México, país donde se fabrica, y te entregamos algunas conclusiones que te servirán por si decides comprarlo.

Deportivo sobrio

Algunos datos como anticipo. El Jetta GLI mide 4.702 mm de largo, 1.799 mm de ancho, 1.474 mm de alto y tiene 2.688 mm entre los ejes, con un maletero que ofrece buenos 510 litros. Si lo comparamos con el Jetta normal es 5 mm más largo (2 mm más entre los ejes) y 15 mm más alto, seguramente por causas del diseño más deportivo.

Se construye sobre la plataforma modular MQB, lo que implica un chasis más rígido y ligero, aunque el GLI es 83 kilos más pesado que el normal (1.479 kilos en seco). También ofrece los mismos elementos mecánicos del Golf GTI: suspensión delantera McPherson y trasera multilink, y frenos de discos en las cuatro ruedas, con los delanteros ventilados.

Entonces, los grandes cambios los podemos encontrar en el diseño exterior e interior, en la mecánica, por supuesto, y en algunos ajustes específicos para ganar un tacto más deportivo. Vamos por lo primero.

Más allá de estos milímetros extra en tamaño que realmente no se notan, el Jetta GLI mantiene la misma apariencia de un modelo normal, adicionando pequeños elementos estéticos de corte deportivo.

En el frontal, la parrilla tipo panal de abeja negra adornada con una línea roja que la cruza de lado a lado, y hace juego con el logo GLI. El parachoques también es exclusivo de esta versión y muestra entradas de aire más grandes y unos embellecedores en negro brillante que va a tono con la máscara. Y los neblineros salieron de las esquinas.

Salvo por las llantas negras de cinco brazos y 18 pulgadas (con un elegante filete rojo), los cálipers de freno en rojo, las carcasas de los espejos en negro, el logo GLI del costado y el techo oscurecido, diríamos que la silueta es calcada con el Jetta normal. En la zaga, en tanto, el deportivo luce una doble salida de escape cromada, un nuevo difusor de aire y un discreto spoiler negro puesto al final del maletero.

Parece mucho en el papel pero, la verdad, poca gente se dio vuelta en la calle para deleitarse de su estética, y eso que México es un país que ama a esta marca por su historial con el Escarabajo. Diría que a los ojos no se diferencia tanto de la variante R-Line, algo más si se le pone al lado de las Trendline y Comfortline. Volkswagen nos tiene acostumbrados a estas estéticas deportivas algo desabridas.

Interior con interrogantes

Por dentro nos pasa lo mismo que por fuera: hay poco que nos diga que este Jetta cuesta un 25% más que la versión más cara de la gama.

El diseño del tablero y la consola es el mismo que en cualquier Jetta, con la pantalla de 8” dominando en el centro, una forma geométrica que permite orientar el centro hacia el conductor y salidas de aire pentagonales.

Nuevamente hay decoraciones de inspiración deportiva que buscan diferenciarlo de cualquier Jetta, como las costuras rojas de los asientos, volante y palanca de cambios, insertos cromados, un volante de fondo plano con la placa GLI y pedalera de aluminio.

Por supuesto que adelante hay asientos con diseño deportivo y más agarre lumbar, con ajustes eléctricos, memoria, calefacción y ventilación. Un punto hay aquí.

Como el paquete es de equipamiento y acabados es el más alto de todo, ofrece luces LED, climatizador, sistema de infoentretenimiento con bluetooth y soporte para Apple CarPlay y Android Auto, freno eléctrico, control crucero, sensores con cámara de retroceso, tapiz de cuero sintético, cluster digital de 10,25 pulgadas, sistema de acceso keyless con botón de partida y sunroof, entre lo principal.

Como diferencial de la variante GLI, un sistema de audio Beats con ocho parlantes, control crucero adaptativo, y un paquete de asistencias que incluye advertencia de colisión frontal con freno de emergencia, asistente de tráfico cruzado, alerta de punto ciego, entre otros.

La materialidad es otra de las interrogantes que deja esta versión GLI: si bien hay buenos polímeros blandos al tacto en el tablero y agradables insertos metálicos, cuenta con un tapiz de cuero que se siente demasiado sintético, y los plásticos de la consola central y las puertas no está a la altura de un modelo de este tipo. Diría incluso que hay materiales del mismo tacto que los que se encuentran en un Virtus de entrada. 

La habitabilidad es lo mejor de todo, con plazas traseras muy amplias y confortables, y un maletero muy voluminoso. No hay mella en esta materia por el hecho de ser un deportivo.

Un sedán rápido

El nuevo Volkswagen Jetta GLI monta un motor TSI de dos litros turbo e inyección directa, que eroga 230 caballos de fuerza y 350 Nm de par, y que está asociado a una caja automática DSG de siete cambios, que envía el par al eje delantero.

A este motor no lo vamos a descubrir ahora: es rápido, pujante y eficiente, con un ciclo urbano homologado de 14,4 km/litro, aunque en nuestra prueba nos dio bastante menos que eso.

Lo probamos en el Centro Dinámico Pegaso, cerca de Toluca, donde pusimos realmente a prueba a este sedán. Y, claro, la salida desde cero es rápida, pero no nos hace sonreír demasiado ni hace que la espalda se nos pegue al respaldo. Bueno, tampoco lo hizo el Golf GTI.

Y es que la aceleración del Jetta GLI es más progresiva que agresiva, y si bien en recta es rápido, va escalando sin forzar demasiado, con una caja que no acompaña demasiado en el proceso.

Ponemos el modo Sport (cuenta también con modos Eco, Normal e Individual) y nada cambia mucho. Si bien los pasos de marcha se retrasan, nuevamente es la caja la que impide que la aguja se acerca al corte, por allá arriba a los 7.000 rpm. Ni hablar su usamos las paletas del modo manual: apenas toca el borde rojo, la caja se protege y sube la marcha sola, impidiendo realizar una verdadera conducción deportiva.

Mejor se comporta en curva, hay que decirlo, porque el chasis es bueno y la suspensión tiene un tacto menos familiar que el Jetta normal y ofrece más aplomo, aunque si se fuerza demasiado el rolido de la carrocería comienza a sentirse.

La dirección es buena, lleva al auto hacia donde uno apunta con los ojos, y de manera bastante efectiva. Punto a favor para el bloque deportivo del diferencial XDS+, que mete el auto donde uno piensa que no va a entrar.

Diría que entre curva y curva se comienza a sentir algo de la esencia deportiva del modelo, por su aplomo y su balance, pero a no engañarse, ya que no termina de emocionar. Lo hace todo de forma tan natural, tan correcta, que el trabajo del conductor se hace aburrido.

Y este perfil más aburguesado se ratifica fuera de la pista, donde esta suspensión supuestamente más deportiva sufre poco y nada en los pésimos pavimentos de Ciudad de México. Manejamos por un largo rato y no sentimos cansancio, lo que nos dice que el confort del Jetta normal se mantiene en este modelo. Se puede manejar rápido y la velocidad no se siente, y tampoco hay ruido dentro del habitáculo. Definitivamente es un buen sedán, ¿pero deportivo?

Conclusión

Definamos al Volkswagen Jetta GLI como un sedán con alta potencia más que un deportivo. Es práctico, está bien equipado, es confortable, amplio por dentro y tiene una estética atractiva. Y tiene 230 Hp. No es malo.

El problema principal es que no emociona, no nos vuelve loco, es demasiado “alemán”, demasiado perfecto. Y eso en un deportivo es terrible.

¿Hay alternativas? El Mazda6 GTX con sus 227 Hp y el Ford Fusion Ecoboost con 245 Hp son opciones de sedán con más de 200 Hp, pero emocionan aún menos que el GLI. Así con perfil de sedán deportivo no hay, al menos entre los generalistas.

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